Neuroeducación: El cerebro a la Escuela

Neuroeducación: El cerebro a la Escuela

Battro y Cardinalli (2002) cuestionan la ausencia del cerebro en los currículos de estudios para la formación de Maestras y Maestros, con lo cual se manifiesta un desfase tal que no aparece una sola asignatura dedicada al estudio del cerebro. Sabiéndose que se aprende con el cerebro y por tanto existe una conexión incuestionable entre el cerebro y la educación, es inexplicable la distancia entre las neurociencias y la educación, distancia que se advierte en el enorme avance y desarrollo de la Medicina y los poquísimos cambios de la Educación en los últimos cien años. Afirman que si despertáramos a un médico de hace cien años, sería imposible que pudiera ejercer su profesión con la tecnología y el instrumental de hoy, lo que sí podría hacer el maestro en su profesión porque encontraría la misma tiza, el mismo borrador, la misma pizarra y, grosso modo, unos textos que no dificultarían demasiado su ejercicio.
Estiman estos autores que la ignorancia en torno al cerebro entre maestras y maestros, fundamentalmente del nivel primario, constituye una falla inexplicable de los planificadores de la educación para la formación de docentes que se sirve en nuestros días, y es una razón más que explica el quiebre de la educación tradicional y la crisis mundial de la educación. Echan de menos y critican la ausencia absoluta del estudio del cerebro en los currículos de educación dado el caso de que el aprendizaje se realiza con el cerebro. Explican que basta con leer el plan de estudios de cualquier facultad de educación, de cualquier universidad, de cualquier país, del primero o del sexto mundo, para comprobar la magra participación de las Neurociencias en la formación de maestras y maestros.
Y ocurre que el conocimiento del cerebro no solo mejora la calidad de la educación que fomentan los docentes. Numerosos estudios recientes de sicología experimental (Blackwell, Trzesniewski y Dweck, 2007; Dweck, 2008, 2012; Moser et al., 2011) han demostrado que también alumnas y alumnos se benefician al aumentar su rendimiento escolar. Uno de esos experimentos se llevó a cabo con 99 escolares que mostraban bajo rendimiento académico, divididos en dos grupos: uno formado por escolares que recibieron un cursillo sobre el funcionamiento del cerebro y otro grupo control que fue sometido a un cursillo sobre la memoria. Resultados: el primer grupo mejoró notablemente su rendimiento académico, en tanto que el grupo control continuó con su conducta negativa (Blackwell et al., 2007). Esto tiene su explicación en la plasticidad del cerebro de la cual también se debe hablar en el aula.
Sí, este nuevo modelo neuroeducativo exige que se lleven los conocimientos del cerebro a las aulas porque los novedosos descubrimientos de las últimas tres décadas sobre el funcionamiento del cerebro han mostrado una altísima conexión y una favorable incidencia en el proceso educativo. El aprovechamiento de estos conocimientos para mejorar la educación solo es efectivo si se pasa del laboratorio al aula, si de pequeños grupos experimentales se traslada y se aplica a la masa educativa, generalizándolos. Y esta es la gran apuesta de la Neuroeducación. Si queremos salir de la crisis educativa actual hay una puerta abierta, con la gran ventaja de que este modelo no es excluyente: es multidisciplinario y recoge todo lo positivo que ha aportado la experiencia educativa del siglo XX.
Llevar el cerebro a la escuela implica la aplicación de estrategias (Guillén, 2015) que despierten la curiosidad y con ello la motivación inicial, dedicando para ello los primeros momentos en diferentes clases:
1. Explicar a los escolares de cualquier edad que el cerebro es muy plástico y que nos permite un aprendizaje continuo.
2. Que, contrario a lo que se creía, somos capaces de generar nuevas neuronas.
3. Que las sinapsis se pueden fortalecer al aprender algo nuevo y esto nos hace más inteligentes.
4. Que los errores forman parte natural del proceso de aprendizaje, con lo que se les transmite seguridad y confianza y se estimula la creatividad.
5. Que con su esfuerzo pueden lograr grandes metas ya que el esfuerzo es más importante que la capacidad
6. Que cada persona es única porque su cerebro es único.

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