Mucha gente tiene la sensación de que al aprobar las observaciones que hizo el Poder Ejecutivo a la Ley del Código Penal los diputados quisieron estar bien con Dios y con el Diablo, pero a decir verdad si esa fue la intención parece que no consiguieron su propósito, pues tanto la Iglesia Católica, que capitaneó las protestas y manifestaciones de repudio a la despenalización del aborto, como los grupos feministas que defendieron a capa y espada el derecho de las mujeres a mandar sobre su cuerpo, expresaron de inmediato su rechazo al “bajadero” con el que los diputados creyeron quitarse de encima esa papa caliente. Por eso han sido tan abundantes las críticas y cuestionamientos al procedimiento utilizado por los diputados para “aprobar” esas observaciones, ni parece muy claro cuál es su próximo destino, pues mientras unos opinan que debe conocerlas el Senado otros argumentan que no es necesario y que deben ser remitidas al Poder Ejecutivo para su promulgación. Y, como era de esperarse, los mas radicales, entre los que figura el diputado por carambola Vinicio Castillo Semán, de la Fuerza Nacional Progresista (FNP), ya están hablando de que someterán un recurso de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional en procura de su anulación. Una posibilidad, oportuno es advertirlo, con la que hay que contar, porque lo cierto es que los diputados del PLD han querido complacer a todo el mundo, quedar bien con Dios y con el Diablo, pero sin darse cuenta de que con ese culebreo legislativo, definitivamente irresponsable, pudieran estarle brindando a esa alta corte la oportunidad de prestarle otro gran servicio a la derecha más recalcitrante y atrasada de este país.