Ni el amo ni el esclavo, sino el trabajo

Ni el amo ni el esclavo, sino el trabajo

Fernando I. Ferrán
Amo y esclavo. Las figuras hegelianas del amo y del esclavo son la clave para concebir cómo la conciencia de un sujeto individual se desdobla en sí misma y termina siendo independiente y consciente de sí.
Eso es posible puesto que para Hegel lo propio de cada conciencia subjetiva es su deseo de reconocimiento. Reconocimiento doble; el que recibe de “otra” conciencia (que no es más que ella misma pero reflexivamente desdoblada) y, por medio de ese reconocimiento recibido, el que se otorga a sí misma como independiente de la otra conciencia y por tanto libre y autoconsciente.
En un escrito anterior mostraba porqué la figura del amo no es tal, pues termina insatisfecho de sí en la medida en que no es reconocido por una conciencia libre e independiente, sino por la de un esclavo que obviamente ella no es. Igualmente traba en aquella ocasión que la verdad del esclavo no es el amo, sino la angustia que resintió en su intimidad ante a la muerte eterna.
Ahora bien, si la verdad última del amo no es ni puede ser el esclavo que niega su condición, ni la del siervo aquel sujeto inactivo que tampoco él es, ¿cómo se opera la superación dialéctica del amo y del esclavo? ¿Qué es capaz de suprimir el aterrador dominio de la muerte, en tanto que amo absoluto, en la conciencia de cada sujeto individual?
El trabajo. La relación de las figuras del amo y el esclavo tiene en el trabajo servil su última palabra. No en la dominación y la fuerza, tampoco en el miedo y la muerte. Del trabajo—y no de aquella fluidez absoluta que resulta de la angustia a la muerte como amo absoluto— surge al fin todo un mundo independiente, tanto del amo que ya sabe que no es tal, como del esclavo que tampoco resulta serlo.
Debido al trabajo, la naturaleza transformada por la figura del esclavo laborioso aparece ahora transformada en objetos que permanecen (“Bleiben”) ante la conciencia que se intuye a sí misma en y desde ellos. Si antes la absoluta negatividad de la muerte todo lo disolvía y licuaba, ahora por el contrario, el trabajo restituye consistencia independiente a los objetos que transforma y, por ende, al sí mismo de la conciencia laboriosa que logra así reconocer-se.
El retorno reflexivo de la conciencia que trabaja a sí misma es concebible puesto que en la concepción hegeliana el trabajo es “apetencia reprimida, desaparición contenida, o trabajo constructivo” (“Die Arbeithingengenistgehemmente Begierte, aufgehaltenes Verschwinden, oder bildet”).
Al trabajar, el siervo está negándose (apetencia reprimida) y afirmándose (formándose) fuera de sí. Como argumenta Hegel con cierto aire socrático, aunque el miedo al amo es el inicio de la sabiduría, solamente a través del trabajo la conciencia libre se descubre a sí misma.
“…Ante el que trabaja el objeto tiene independencia. Este término medio negativo o la acción formativa es, al mismo tiempo, la singularidad o el puro ser para sí de la conciencia, que ahora se manifiesta en el trabajo fuera de sí y pasa al elemento de la permanencia; la conciencia que trabaja llega, pues, de este modo a la intuición del ser independiente como su sí mismo”.
Formación cultural. La dialéctica del amo y el siervo termina en la educación, en la formación cultural (“Bildung”). En el sistema cultural que resulta del trabajo se supera la autoconsciencia trabajadora, pero, no por el reconocimiento que recibe de parte de otra conciencia, –como pudiera esperarse en función del ya mencionado deseo de ser reconocido sino– por el que se otorga a sí misma al reflexionarse en un mundo cultural poblado de objetos que ha elaborado y en los que finaliza reconociéndose.
Por consiguiente, solo la conciencia que de dependiente pasa a ser independiente, llega a ser autoconsciente de su libertad en tanto que trabajadora y educada. En estricta lógica dialéctica hegeliana, eso es imposible sin la obediencia y el trabajo servil.
“Sin la disciplina del servicio y la obediencia, la angustia se mantiene en lo formal y no se propaga a la realidad consciente del ser. Formada sin la angustia, la conciencia permanece interior y muda, siendo solamente vana, sin sentido”. (“Ohne das Bilden bleibt die Furcht innerlich und stumm, und das Bewusstsein wird nicht für es selbst. Formiert das Bewusstsein ohne die erste absolute Furcht, so ist es nur ein eitler eigner Sinn”.)
Sin embargo, a pesar de su trabajo y proceso de formación, la figura subjetiva del antiguo esclavo todavía no vive ni es reconocida como lo que ella sabe que es; a saber, un hombre libre. Únicamente sabe de su libertad y por eso tiene que emprender una nueva travesía y llegar a explicitar en su pensamiento subjetivo lo que él ya sabe de sí mismo; a saber, que es libre y autoconsciente.
Antes de continuar con mi propósito original: la relectura de la dialéctica del amo y del esclavo desde el Caribe insular, conviene aquí hacer dos aclaraciones para evitar interpretaciones distorsionadas del pensamiento hegeliano expuesto en la Fenomenología a propósito de las figuras del amo y del esclavo de la conciencia individual.
Interpretaciones textuales. El primer error de interpretación sería sustentar que la conclusión a la que llega la exposición hegeliana consiste meramente en reinvertir circularmentelos roles del amo y del esclavo en el terreno de los eventos históricos.
Hablar de esclavo del esclavo y de amo del amo, no es más que preservar y perpetuar figuras suprimidas como las del amo y la del esclavo. La dialéctica hegeliana implica precisamente eso, negar ambas figuras y no reproducirlas en medio de una embrutecedora espiral de estériles luchas entre falsos vencedores y verdaderos sometidos que se eternizan ajenos a la muerte, al trabajo y a la verdad de este, la formación cultural.
La segunda mala interpretación resulta cada vez que se pasa por alto que, así como la Fenomenología del Espíritu es–según Hegel– la verdadera ciencia de la conciencia subjetiva, la dialéctica del amo y el esclavo encuentra su verdad y superación en el trabajo servil y no en la lucha a muerte que lo antecede. Lo mismo con otras palabras: la lucha de la conciencia, o como se diría años más tarde de las clases sociales, no es la condición para la independencia de la conciencia subjetiva y tampoco de las naciones históricas. De acuerdo a la lógica hegeliana, la única condición para esa independencia es el servil trabajo servil gracias a la formación y disciplina que resultan de él.
No es lo mismo ni se escribe igual, lucha a muerte y luego trabajo servil y formación cultural, que por el contrario trabajo servil y luego lucha liberadora. En el primer caso, el hegeliano, la conciencia lucha a muerte y pasa a trabajar servilmente hasta llegar a formarse y reconocerse como libre y culta. En el segundo, el trabajo no libera y la subsecuente lucha conduce a un mundo histórico que aún nos queda por descubrir.

Con esa nueva perspectiva histórica trataré este tema en un próximo escrito.

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