Ni Leonel ni reelección

Ni Leonel ni reelección

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) es una organización política integrada por hombres y mujeres de vocación patriótica, que lucha por la libertad, el progreso y el bienestar de los dominicanos  y los demás pueblos del mundo, privilegiando su acción política a favor de los grupos más desposeídos y vulnerables de la sociedad.

Desde su fundación, el 15 de diciembre de 1973, el PLD surge con el propósito de completar la obra patriótica que iniciaron los Trinitarios y los Restauradores, en el sentido de lograr una patria independiente, en la que imperen la justicia social y el respeto a la dignidad humana. El PLD se constituye como una alternativa a las prácticas individualistas, populistas y conservadoras que predominan en nuestro país.

No se sorprendan , me estoy refiriendo al mismo PLD que todos conocemos , con la diferencia de que Juan Bosch lo tocó con guitarra y hoy se toca con violín ; de hecho los párrafos anteriores son una extracción de la historia y los principios que el propio partido publica . Mientras se escribe de justicia social, se hace poco para llevarla a cabo; mientras se escribe de bienestar para todos los dominicanos, no hay un solo problema nacional resuelto.

Del mismo modo, en los recuerdos del PLD no hay nada escrito sobre la omnipotencia de sus líderes; como  que si no soy yo vendrá el diluvio. Leonel y Danilo de cara  a las elecciones del año 2020, se encuentran en una situación irregular y poco común; uno que quiere volver y el otro se dice que quiere seguir… pero, ¿esa lucha fratricida por el poder le conviene al partido? ¿Le conviene al país? Entiendo que no, de hecho no creo que siendo  uno o el otro el candidato para el 2020 haya una unificación total, y probablemente el PLD viva el principio del fin. Por un lado los Danilistas encasillados en que si no es Danilo debe ser uno de nosotros, por el otro lado los Leonelistas que si no es el “León” que entre el mar.

Si realmente el PLD desea mantener el poder más allá del 2020, los dos líderes deben alzarle los brazos a una figura realmente neutral, porque si no lo hacen e insisten en que debo ser “Yo”, lo que hoy es fuego, mañana será cenizas y sólo quedará un lamento universal: Compañero, ¿en qué nos convertimos del 1973 al día de hoy?

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