Niños sufrieron efectos Irma vienen a RD

Niños sufrieron efectos Irma vienen a RD

Tras vivir una verdadera pesadilla tratan de recuperarse en el país unos 50 niños que tuvieron que luchar como adultos para no perecer ante la furia de los vientos del huracán Irma, que los sacudió en la isla Tórtola.
Aunque muchos de ellos por su corta edad no entienden qué fue lo que realmente ocurrió, están en territorio dominicano acogidos por familiares pero lejos de sus progenitores, quienes enfrentan la devastación que dejó el huracán categoría 5 en aquel país al que acudieron en busca de mejores condiciones de vida.
“Mi hermano me cuenta, y así se ve en las fotos, que el techo de la casa se fue por completo, estando ellos dentro con los niños. Quedaron sin nada de lo que tenían en la casa y con pocas esperanzas de recuperarse pronto, debido a que toda la isla resultó afectada”, cuenta Nilda Massiel Rodríguez, quien tuvo que recibir a los niños.
Cuenta que desde hace varios años tiene familiares residiendo en Tórtola incluido su hijo de 23 años.
Cuando escuchó en las noticias junto a su madre Clara Báez lo que ocurriría con el ciclón, dijo que ambas se preocuparon pero recibieron noticias de sus familiares allí, quienes les dijeron que estuvieran tranquilas porque ellos estaban en viviendas seguras, que habían resistido otras tempestades, pero la realidad fue otra.
A pocas horas de la llamada, los vientos de 300 kilómetros por hora azotaron sin piedad y de pronto se vieron huyendo dentro de su propia casa en procura de refugio.
La mayor de las niñas, una adolescente de 16 años, le contó a su tía que ella y sus hermanitos estaban con sus padres y vieron cómo se desprendió el techo de su vecina, pero antes de que pudieran reaccionar notaron que en la sala de su casa comenzó a levantarse también. Todos se juntaron a esperar y en pocos momentos una ráfaga de viento y un estruendo de pronto los dejó a la intemperie.
La joven contó que todos gritaron y corrieron al pasillo de la casa, donde se sentían un poco más seguros, pero de pronto decidieron correr al baño por seguridad, pero desde allí vieron una hoja de zinc colgada de un árbol a punto de caer justo donde ellos estaban y regresaron al pasillo desde donde observaban desesperados cómo volaban sobre ellos diferentes objetos. Solo rogaban que ninguno les cayera para que no los hirieran.
Ante el peligro, decidieron arrastrarse hacia una habitación que fue donde pudieron permanecer hasta que el ojo del huracán trajera un poco de calma.
Los padres se pusieron en la parte baja de un camarote y los niños dentro de un closet. Cuando momentáneamente pasaron los vientos salieron y todo estaba devastado; no solo en sus casas, sino en la de sus vecinos. Lavadoras en las calles, vehículos arrastrados, casas sin techos, árboles centenarios sacados de raíz y mucho lamento.
Se refugiaron donde un familiar que aun tenía techo hasta que pasó la segunda etapa de vientos, tras el paso del ojo huracán.
Sobreviviendo al caos. Nilda cuenta que en horas de la noche supo de lo ocurrido y se comunicó con la Federación de Bancas para que les prestaran ayuda para poder socorrer a los suyos. Ahí iniciaron una colecta de alimentos y medicinas y procedieron a enviarlas.
En ese proceso se unieron la SAP Group y The Electronics Klorbl en la isla Tórtola e inició la coordinación para traer un avión solo con niños para entregarlos a familiares en el país. Así Nilda recibió a sus sobrinos y otros relacionados y a otro grupo que fue enviado a San Pedro de Macorís. “Ellos vinieron al cuidado de dos de mis sobrinas de 16 años. Eran las mayores en ese viaje”, explicó.
Dijo que según lo relatado por los niños al llegar entiende que fueron afectados emocionalmente y cita a uno de los más pequeños, de 4 años, permaneció dos días sin hablar luego de lo ocurrido y ya estando en el país cuando vio a su abuela lo primero que le dijo fue que su techo se quitó y que no ha podido volver a dormir si no es acompañado.
Sin estudiar. A los niños más pequeños se les busca ingreso en escuelas del país pero tienen el problema con los adolescentes que tienen mayor dificultad porque en la isla Tórtola las escuelas fueron destruidas y no tienen cómo recuperar los documentos que certifiquen su grado y el otro elemento en contra que tienen es el idioma porque, aunque se comunican en español, su lengua es el inglés.
Tres de los niños y su abuelo Edmond Richard estaban de vacaciones en el país cuando pasó el ciclón pero aunque no vivieron la realidad del huracán, son damnificados porque quedaron sin absolutamente nada: lo perdieron todo, incluidos los vehículos.
Richard vive de la construcción en Tórtola y pide que a quienes puedan que colaboren con alimentos y medicinas con las personas que allí quedan.

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