A raíz del contundente e innegable éxito de la Marcha del Fin de la Impunidad que se celebró este domingo, sectores y personas particulares están demandando que el presidente Danilo Medina emule a sus colegas de la región y hable sobre la corrupción y soborno en el caso Odebrecht.
Sin embargo, tomando en cuenta lo poco que vale la palabra en la cultura política dominicana, considero que más importante que el Presidente pronuncie un acomodado discurso, precisamente, la principal demanda de los miles de dominicanos y dominicanas que participaron en la marcha es que en la lucha contra la corrupción e impunidad se pase de las palabras a los hechos.
En tal sentido, si como dijo Medina en tiempos de campaña, y reiteró recientemente el administrativo de la Presidencia, este gobierno mantiene los oídos puestos en el corazón del pueblo, el mismo pueblo trazó la ruta del accionar.
La gota que ha derramado el vaso es el caso Odebrecht y la admisión de que pagó 92 millones de dólares en sobornos a funcionarios y políticos dominicanos de varios gobiernos y partidos. Precisamente, en la proclama que corearon los miles de participantes en la marcha está la exigencia de que sean identificados, con nombres y apellidos, sometidos a la Justicia y condenados todos los funcionarios sobornados por Odebrecht en el país.
También se demanda la recuperación del dinero del soborno y las sobrevaluaciones, incluyendo la ganancia ilegítima obtenida por esta vía, el sometimiento a la Justicia de los ejecutivos de Odebrecht y cancelación de todos sus contratos en el país.
Para todo esto se pide la intermediación de los buenos oficios y voluntad política del presidente Medina, quien como cabeza del Gobierno tiene mucha incidencia y prometió: “Yo entregaré la partitura y los funcionarios tendrán que ejecutarla”.
De modo que, corriendo el riesgo de pedir peras al olmo, lo que hace falta son acciones puntuales. ¡No hable de la marcha señor Presidente y mejor instruya que su gobierno actúe contra la corrupción y la impunidad!
La Procuraduría General de la República debe saber que además de las medidas de resarcimiento económico e inhabilitación a futuro de Odebrecht, hace falta judicializar los casos.
Y la Justicia, caricaturizada por personas que en la marcha se disfrazaron de una Justicia no ciega que sólo acciona contra los más chiquitos, debe dejar su vocación de archivo en casos de corrupción y responder con sanciones ejemplarizadoras.
Si no lo hacen que se preparen entonces. La marcha del domingo fue una forma de dominicanos y dominicanas manifestar que están “jartos” de tanto robo en la administración pública, y, lo más importante, que aquí en República Dominicana no todo está perdido: el domingo miles ofrecieron su corazón.