No me ames a mí; ámate a ti mismo

No me ames a mí; ámate a ti mismo

“Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás.
Así te ahorrarás disgustos”.

Confucio

La enfermedad más importante de estos tiempos es la falta de amor por uno mismo. Toda la realidad que vivimos es el reflejo del modo en que nos amamos. Lo que ocurre es que para comprenderlo debemos estar maduros emocionalmente. Para el sacerdote jesuita y psicoterapeuta hindú Anthony de Mello, la madurez se alcanza cuando ya no tenemos necesidad de juzgar ni culpar a nada ni a nadie por lo que nos sucede.
 
La palabra compromiso deriva del término latino compromissum, y se utiliza para describir una obligación que se ha asumido o una palabra que hemos dado. Separando la palabra compromiso en los tres componentes que la forman encontramos: 1-“con” que significa “dentro de la” y plantea una relación con algo o alguien (en la ortografía castellana antes de p se convierte en “com”), 2-“pro” que muestra una “disposición” hacia… y 3- “miso” que se refiere a una “misión» o “envío» que es necesario realizar.
 
Comprometerse es estar dentro de las relaciones, teniendo la disposición de cumplir la misión que requerimos realizar. ¿Cuál es la principal tarea que venimos a hacer? ¡Amar! El amor suma, alegra, prospera, crea, sostiene, cura y otorga poder. Responsabilizarse de lo que se vive es el resultado natural, de quien está comprometido con su propio amor.
 
El nivel de compromiso que somos capaces de sostener muestra nuestro grado de madurez emocional. El activista político, filósofo y escritor francés Jean Paul Sartre creía que el compromiso es un acto, no una palabra. Todas las relaciones que sostenemos son expresiones del amor que nos tenemos a nosotros mismos. Si el compromiso de amor que nos hacemos cambia, las relaciones que tenemos también evolucionan. Este es el costo del crecimiento.
 
Algunas personas, sacrifican su transformación para mantenerse al lado de personas, que dicen que las aman o que creen amar. Durante un tiempo de mi vida, tuve la ilusión de avanzar junto a mis seres queridos. Esta creencia es infantil. Un bebé es incapaz de moverse, sin alguien más grande que él que lo sostenga. La dependencia es la condición de quienes son pequeños, los niños necesitan andar acompañados.
 
Muchas veces, cumplir años se reduce a un crecimiento biológico y no incluye la madurez emocional que nos permite amar de un buen modo. Aún así, encontrarnos con la realidad de quienes somos es una cita que podemos postergar, más no evitar. El poeta chileno Pablo Neruda dijo: “Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas”.
 
¿Qué hace la diferencia? Estoy convencida que la respuesta la encontramos en el compromiso que tenemos de amarnos. La manera en que vamos hacia la vida es el reflejo del acuerdo de amor que tenemos con nosotros mismos. El amor se despliega de adentro hacia afuera.
 
Hay personas que gustan tan poco de ellas mismas, que profesan a otros el sentimiento que son incapaces de brindarse. Al hacer esto, necesitan a los demás para poder seguir creyendo que son competentes para amar. Pero, ¿cómo se puede avanzar mirando atrás para ver quién viene con nosotros?
 
Al madurar, logramos mirar la despedida con la misma naturalidad que vemos la llegada. Cada quien tiene un destino que ha sido escogido por el Creador, desde antes que sus padres lo concibieran. Creer que podemos cambiar la vida de alguien con nuestro amor es una arrogancia gigantesca. En cambio, la humildad es comprender que el principal compromiso de amor es hacia nosotros mismos.
 
El científico y escritor alemán Georg Christoph Lichtenberg dijo: “Amarse a sí mismo al menos tiene una ventaja: no hay muchos rivales”. Para los cabalistas el amor siempre nos lleva hacia la vida (espíritu), mientras que la falta de amor nos conduce a la muerte (ego). En el espíritu todo es verdad, el engaño no existe. Sin importar la naturaleza que expresen, las experiencias que vivimos son oportunidades para elegir seguir al ego o al espíritu, o lo que es lo mismo, escoger el miedo o el amor.
 
El escritor de novelas de autoayuda Paulo Coelho dijo: “Cuando crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías. Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que tus errores se repitan”. Sé lo que es culpar a otros y también lo que es culparme a mí misma. Viví de este modo por muchos años, y creéme tuve que mirar las mismas lecciones muchas veces.
 
Lo primero que tuve que hacer fue sincerizarme conmigo misma y darme cuenta que pedía a los demás que hicieran la tarea por mi. Pedía amor y no me amaba, esperaba sinceridad y me autoengañaba, quería respeto y hacía cosas que me lastimaban y tenía la ilusión de que alguien me rescatara y salvara del exilio en que me tenía a mi misma.
 
Andar por la vida como víctimas es muy difícil, además de doloroso. Los indicadores de la victimización son las quejas, culpas, resentimientos, frustración, rabia, y los sentimientos de traición, engaño y pérdida. Quien se ama a si mismo es transparente, porque reconoce en su propio amor el amor de Dios, quien lo ha hecho todo bueno.
 
Desde que inicié “Love Vision”, un camino de transformación desde el amor, en el que aprendemos a mirar las relaciones y experiencias de vida como reflejos del modo en que nos amamos, mi inventario de relaciones se autoactualiza constantemente. Los cimientos para sostener relaciones sanas, plenas y significativas se han fortalecido.  
 
El escritor Arthur Gordon dijo: “Nada es más fácil que decir palabras. Nada es más difícil que vivir acorde a ellas día tras día”. Creo que esa es la razón por la que no estoy acompañada de las personas que dicen amarme, sino de aquellas que están comprometidas con amarse a sí mismas.
 
Imagina un gran artista que ofrece un maravilloso espectáculo. En la fila te encuentras con gente conocida a la que saludas, pero una vez adentro cada quien tendrá que ocupar el lugar que corresponda, al precio de la boleta que haya pagado. Hay personas que compran un ticket VIP, para estar muy cerca, disfrutar cada detalle del artista, y en ocasiones hasta subir al escenario.
 
Otras, irán a una zona privilegiada que no queda tan cerca pero les permite tener una experiencia placentera. Y la gran mayoría estará lejos, donde quizás puedan oír bien, pero verán lo que ocurre a través de pantallas. Aunque todos estamos viviendo la misma experiencia -retornar a nuestro origen en el amor-, no todos lo estamos haciendo en la misma zona.
 
El amor es la cualidad principal de Dios. El libro de Mateo cuenta que en cierta ocasión, un hombre le preguntó a Jesús cuál era el mandamiento más importante y él le contestó: “Tienes que amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es éste: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”.
 
La vivencia del amor es el gran espectáculo en el que todos nos encontramos. Amarnos a nosotros mismos nos garantiza un buen lugar. Yo elijo pagar el precio ¿Estás dispuesto a pagar el tuyo?

Más leídas