“No podía ni siquiera tomar agua”

“No podía ni siquiera tomar agua”

Entrevista a la señora Fiordaliza Torres, en la Redacción del Hoy, sobre el proceso que fue sometida durante un trasplante de riñón en CEDIMAT. Hoy/ Napoleón Marte 22/08/2017

Como si clamaran en el desierto las personas con necesidad de recibir un órgano para vivir o una córnea para seguir viendo la luz ven sus esperanzas apagarse en una larga espera que para muchos culmina con la felicidad de encontrar un donante compatible, pero para otros con la tristeza de haber pedido la batalla contra el tiempo.
Testimonios de pacientes ligados a esos procesos, revelan la dura realidad de requerir un trasplante.

Con un largo suspiro, Fiordaliza Torres inicia la narración de más de 20 años de un camino en el que hasta tuvo que suprimir la ingesta de agua porque sus riñones no funcionaban, y de atravesar el difícil proceso de las diálisis.

“Yo pesaba 70 libras y la deshidratación se me veía en la piel. Solo me sostenía de frutas que no tuvieran mucha agua y en pocas cantidades. Prácticamente solo podía comer cuando me estaban dializando. Si tomaba agua podía hacer un edema pulmonar, si comía algo se subía el potasio”, expresó la mujer.

Todo empezó cuando a los 20 años quedó embarazada, en ese proceso sentía cansancio y que sus pies se inflamaban, aunque son síntomas ordinarios en estado de preñez, Fiordaliza lo comunicó a su médico, quien se percató de que presentaba Albúmina en la orina, una señal inequívoca del funcionamiento anormal de los riñones.

“Me trataron en el proceso, pero ocurrió que al momento de yo dar a luz surgió una situación de descuido y yo tuve a mi bebé sola y murió. Estando ingresada me realizaron una serie de análisis y estudios que determinaron que tenía un problema renal que solo se resolvía con un trasplante”.

Para alguien de escasos recursos económicos, con una familia de 14 hermanos hijos de una madre soltera, el panorama se tornó gris, pero lo primero que se le ocurrió a Fiordaliza fue reunir a los suyos y explicar lo que pasaba. “Hice una reunión en mi familia y les expliqué que quería los días que me quedaran de vida tranquila. Les dije que si no me iba a trasplantar no me iba a dializar, entonces mis hermanos, que somos muy unidos, estaban dispuestos a donarme. Aunque no teníamos nada, el dinero era lo que menos me preocupaba porque si tienes fe y esperanza, sigues adelante”, señaló.

Decidieron que su hermano Ambiórix Torres fuera el donante. Arrojó positivo a la compatibilidad y ahí empezó el proceso de tocar puertas. Llegó a la Fundación Baquero que aportó parte del dinero y el contacto para que el proceso se realizara en Corazones Unidos. Sus familiares completaron aportando entre todos. El proceso se llevó a cabo con éxito para Fiordaliza que dos años después de descubrirse su enfermedad logró un riñón que funcionara en su cuerpo.

“Lo primero que hice fue tomar agua, mucha agua y comer”. Recuerda el momento como un privilegio grande de la vida, aunque es lo cotidiano de una persona sin problemas de ese tipo.

Segundo trasplante. Fiordaliza recomenzó su vida, volvió a la universidad y estuvo por nueve años con una vida normal, pero luego volvieron los síntomas que tan malos recuerdos le traían. Sus pies volvieron a hincharse, tenía náuseas, volvió a sentir cansancio y pensó que su vida terminó. Estaba frente a un proceso de rechazo de su cuerpo al órgano. “Volví a reunir mis hermanos. En ese segundo proceso ya estaba muy deteriorada. Diálisis de nuevo, ya no era lo mismo, tampoco la edad. Tenía un desgaste. Seis meses en diálisis esa vez. Los médicos decían que yo no iba a resistir, pero el doctor Alberto Flores, de Cedimat, asumió el riesgo y se realizó el segunda trasplante con el riñón de Víctor, otro de mis hermanos, hace cinco años”, dijo.
Viviendo sana. A partir de ahí, Fiordaliza ha iniciado una nueva vida en la que valora todo a su alrededor. Dice que disfruta de las cosas más simples, porque ya conoció lo que es estar cerca de la muerte.

Ahora es corredora, se prepara para un rally de media distancia y es estilista.

Comparte su experiencia con quienes enfrentan el proceso que ella dos veces vivió y anhela que haya mayor información sobre el tema. “La gente no está muy empapada de lo que es un trasplante. Donando le das la oportunidad a alguien de que cumpla un sueño que quizás tu nunca cumpliste. Cuando me trasplantaron, el cambio fue inmediato”, recordó Fiordaliza.

“Lo único que todos tenemos seguro es la muerte y los que quedan aquí en la tierra deben saber que su familiar fallecido puede dar vida a otra persona que tiene la oportunidad de seguir con vida y depende de un órgano que le puedan extraer a ese cuerpo. Tal vez suene cruel o trágico para algunos, pero es parte de la conciencia que hay que crear sobre el tema en la ciudadanía”, reflexionó.
Explicó que si bien es cierto que se trata de procesos muy costosos en el país existen muchas instituciones que ayudan a los que necesitan un nuevo órgano y Salud Pública tiene planes para los medicamentos.

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