La alegría de un primer bebé no viene sola, el temor suele ser el hermano que la acompaña, y durante nueve meses se manifiesta con una pregunta acusatoria: ¿seré una buena madre o… buen padre?

POR CRISTINA MARRERO

Cuando el resultado es un deseado “positivo”, el ritual de las primerizas es muy similar: El gineco-obstetra emite unas diplomáticas felicitaciones y procede a aturdir a la futura madre con una serie de indicaciones poco digeribles en ese momento de gran impresión.  Ella sale risueña, sintiéndose especialmente mujer. Pasa por una tienda de nombre maternal, y echa una ojeada a las blusas de corte imperio, con mariposas, flores y demás motivos de la naturaleza.

Luego, lágrimas de alegría, abrazos, antojos y el vaticinio de la población en general sobre el sexo de la criatura, así como recomendaciones para el mal de ojo y la anemia. Mientras esto sucede, más allá de lo aparente, debajo del hermoso atuendo azul cielo, hay una futura madre atormentada. Con el paso de cada mes, el reconocimiento de la responsabilidad que pesa en su vientre es más intenso. Detrás de su ombligo crece una vida, y lo más probable es que no venga al mundo con un manual para usuarios.

Feliz comienzo

Nació la criatura, un apuesto varoncito de 8 libras, con los ojos de su padre. A Sandra Diez, madre del bebé, le habían advertido sobre las venideras noches en vela, la importancia de la lactancia materna ¡cada hora! y el cambio recurrente de pañales.  Pero nadie le habló del futuro próximo. Ella, como casi todas las madres, se preguntaba por el efecto de cada acción en su niño. Había escuchado bastante sobre condiciones muy nuevas el argot popular, como “déficit de atención”, “hiperactividad” y otras que se manifiestan a la más mínima provocación. Y aunque nadie quiere para su hijo una pubertad donde el mejor amigo sea el sicólogo, en sociedades como la nuestra, cargada de violencia implícita en la televisión, los juegos, la música, etc. criar, es un gran reto.

Asumiendo el desafío

Por suerte, en la medida que se multiplican los obstáculos para dar a los hijos la mejor educación – libre de traumas – , en igual dimensión la sociedad provee alternativas de instrucción para las futuras madres.

“Las nuevas generaciones de padres deben aceptar las orientaciones profesionales, y dejarle a nuestros abuelos la negación por la ciencia. Si es cierto que ellos resolvían con oraciones heredadas y artilugios toscos, no es menos cierto que los problemas que nos toca enfrentar ahora son mayores, y por tanto más complejos los mecanismos para salir airosos en la crianza”, explica Lisa Alicea, sicóloga del Centro Educativo y Terapia de Familia, en San Juan, Puerto Rico. 

La profesional asegura que ya no hay excusas como “es que los hijos no vienen con manual de instrucción”. Pues ¡sí existen!. El mercado provee alternativas, como revistas especializadas para padres. En nuestro país, por ejemplo, está ParentAge, diseñada para educar, entretener e informar a los padres, madres, educadores y sicólogos.  Atiende todo tipo de inquietudes y cuestionamientos comunes en el universo infantil. Todos pueden acceder a ella, pues se distribuye de manera gratuita en colegios, preescolares, farmacias, jugueterías, ferreterías y otros establecimientos comerciales.

Clases para ser mamá

Las opciones a esta nueva generación de padres incluyen clases presenciales, para aquellos que prefieren aprender de una forma interactiva.

En Santo Domingo existe “Know more”, un programa de formación integral para padres jóvenes con hijos comprendidos entre los 0 y 10 años de edad.  Este programa abarca distintas áreas, encaminadas a proporcionar un desarrollo integral y balanceado de los niños, como: Salud, Estimulación Temprana, Educación Familiar, Psicología, Psicomotricidad, Maternidad, Crecimiento, Pre Natal y Post Natal, entre otras.

Dicho programa es impartido por especialistas en cada área abordando cada tema desde un punto de vista practico, concejal y de soluciones.

Para información adicional sobre las clases y la revista puede acceder a www.parentagemag.com.