Desde noviembre del año 2017 ha surgido una nueva controversia en el mundo de la medicina, y, muy específicamente en el extenso y siempre dinámico mundo de la cardiología.
Dicha controversia tiene su origen en la publicación hecha por los principales organismos que rigen la cardiología en Norteamérica y gran parte del globo terráqueo.
El Colegio Americano de Cardiología junto a la Asociación Americana del Corazón, agrupan la mayoría de los cardiólogos y médicos que en EE. UU. se dedican a impartir recomendaciones en cuanto a prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades cardiovasculares.
Las directrices que emanan de estas prestigiosas organizaciones de salud son tomadas muey en cuenta en todo el mundo, y son acogidas casi a unanimidad por las organizaciones apéndices, o seguidoras de estas en América, Asia, áfrica, Oceanía, y aún en Europa.
Por otro lado, la Sociedad Europea de Cardiología y la Sociedad Europea de Hipertensión Arterial son también organizaciones con el mismo objetivo de trabajo, y con un blanco de público parecido, siendo entre ambas organizaciones las principales rectoras de las enfermedades cardiovasculares en occidente. En la mayoría de las enfermedades cardíacas, tanto los organismos de Norteamérica como los europeos coinciden en sus puntos de vista. En algunas escasas ocasiones estos difieren.
En el caso particular de la hipertensión arterial es donde muchas veces han diferido sus enfoques y recomendaciones.
En el presente artículo trataremos de ilustrar a nuestros lectores, pacientes, médicos o público en general, sobre cuáles son los nuevos aspectos diagnósticos de esta frecuente condición llamada hipertensión arterial, que por su importancia como factor de riesgo para enfermedad cardiovascular fatal y por la alta prevalencia de la misma en la población mundial, y en la población dominicana en particular, consideramos de sumo interés compartir con la comunidad en general, sobre todo a raíz de las amplias discusiones de que han sido objeto estas guías o recomendaciones en la comunidad médica internacional y local, en muchas de las cuales nos ha tocado participar, sea ya como actores, sea ya como testigos.
Hasta noviembre del 2017 había un consenso universal sobre las cifras tope para hablar de presión arterial normal y presión arterial alta.
Todo mundo entendía que niveles de presión arterial por debajo de 140/90 mm de Hg eran valores normales o normales altos; niveles superiores eran considerados altos, ya sea en el estadio I o estadio II de la enfermedad.
Las controversias han surgido a raíz de que estas nuevas guías han planteado que a partir de niveles de presión arterial superiores a 130/80 mm de Hg, debemos considerar a las personas como hipertensas, e iniciar el tratamiento de esta, aunque dicho tratamiento, al inicio, no necesariamente debería ser con medicamentos. Aunque han surgido voces que difieren de esta nueva clasificación, en el caso particular del paciente dominicano opino sería de gran ayuda para estos enfatizarles que a partir de 130/80 mm de Hg aumenta el riesgo de complicaciones derivadas de esta patología clínica, y, por tanto, deberíamos iniciar tratamiento, aun este sea en el formato no farmacológico.