Nueva regulación bancaria podría traer bancarrotas

Nueva regulación bancaria podría traer bancarrotas

La próxima tormenta bancaria global podría iniciar a partir del 1 de enero de 2018, cuando entren una serie de regulaciones para los bancos que podrían acelerar bancarrotas en todo el mundo, según una publicación de Bloomberg.

Esa es la fecha programada de entrada en vigor de una serie de normas nuevas que probablemente limiten todavía más la capacidad de otorgar préstamos y lleven a los bancos a adelantar dinero sólo a los mejores prestatarios, explica la publicación.

Sin embargo, advierte que como sucede con cualquier regulación financiera, los efectos empezarán a sentirse antes de la fecha de implementación.

Señala que hay dos normas clave para 2018: la razón de apalancamiento establecida por el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea y la Norma Internacional de Información Financiera 9 (IFRS 9, por sus siglas en inglés), definida por la Junta de Normas Internacionales de Contabilidad.

Otras normas que exigen a los bancos dejar de usar medidas internas propias para evaluar los riesgos comienzan a introducirse a partir del año que viene.
“ A Basilea III ya se le echó la culpa por reducir la liquidez en los mercados globales y desacelerar el crecimiento del crédito. Lo que está a punto de llegar será una inyección de esteroides para eso”, señala la publicación.

Indica que, por ejemplo, la IFRS 9 exigirá un reconocimiento más temprano de las pérdidas de crédito anticipadas, medida que según algunos analistas crediticios podría aumentar hasta un tercio el número de activos no productivos en algunos bancos.

A medida que aumenten los préstamos incobrables (o su reconocimiento, en realidad), también lo harán los requisitos de capital. En otras palabras, prestar será más caro y más difícil para los bancos, explica.

Las nuevas normas de Basilea, que buscan reducir la libertad de acción de la que gozan hoy los bancos para dar cuenta de los riesgos, entrarán en vigor en los próximos dos años.

Las regulaciones impuestas tras la crisis financiera global ya exigen que los bancos aparten más capital por cada dólar que prestan, dependiendo de la posición de crédito del prestatario.

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