Ayer más de 50 familias cambiaron las risas por lágrimas. Nueva vez, la muerte llegó vestida de tragedia y, con ella, la certeza de que debemos hacer algo para evitar que haya tantos accidentes de tránsito y hechos violentos.

Esta Navidad fue triste, muy triste, y como sociedad debe obligarnos a reflexionar en torno a los errores que seguimos cometiendo. ¿Cómo es posible que tanta gente muera por culpa de la imprudencia y el alcohol?

Hasta el momento 43 personas han fallecido en calles y carreteras dominicanas. Otras 13 murieron a manos de la delincuencia (5 para cerrar/abrir el año) y la violencia (8 en balaceras el 25 de diciembre). Cada caso fue evitable.

No sé si la irresponsabilidad ha calado tan fuerte en nuestro espíritu que no nos importa nada. Muchos amanecen bebiendo y luego manejan borrachos, andan con un arma de fuego mientras “celebran” a golpe de romo, violan todas las leyes… y nadie, pero nadie, dice nada.

Tan normal es que prime el absurdo que vemos las estadísticas y casi nos sorprende que no haya más cosas que lamentar. Miramos hacia un lado, con la tranquilidad de que en casa no ha pasado nada, y seguimos nuestras vidas con la misma indiferencia con la que hemos vivido los últimos lustros. Si a las autoridades no les importa, ¿por qué a mí? dirá mucha gente.

Hoy cada uno de notros debería pensar en cómo hacer que las cosas cambien. Ser menos apáticos, ayudar con los que tenemos al lado… siempre hay alguna manera de aportar. Hagamos algo. Cada vez estamos peor.