Scott Lauber
Escritor de ESPN
Nueva York
Por una noche, Nueva York olvidó todos los palos que le ha dado David Ortiz, y como caballeros, lo honraron en casa.
David saludó al público, recibió aplausos y dejó sellada una historia memorable en esa rivalidad de Boston y Yanquis.
Un lindo cuadro presentado por Mariano Rivera, un ícono relevista de los Yanquis, marcó su adiós de Nueva York. ¿Cómo ha sido la carrera de este gran jugador? Una cosa es conectar 632 dobles y 540 cuadrangulares, para ser el mejor en tu posición (sí, el designado es una posición en la Liga Americana), para ganar tres Series Mundiales y ser la cara de la franquicia. Pero otra cosa es hacerlo bajo la rivalidad más encarnizada en los deportes.
Y David Ortiz lo sabe.
Ortiz todavía seguiría siendo considerado entre los bateadores más temidos de su generación si hubiese jugado las últimas 14 temporadas en Cleveland o Milwaukee, Atlanta o Arizona – ciudades donde el equipo local de béisbol no es medido constantemente ante un ardiente rival que juega a 200 millas de distancia. Pero para convertirse en el Big Papi, él tuvo que levantarse hasta el nivel de héroe en Boston y villano en Nueva York, ícono para los Medias Rojas y enemigo público No. 1 para los Yankees. Ortiz hizo eso como uno de los jugadores más reconocidos de esta rivalidad. La misma comenzó con Babe Ruth, avanzó con Ted Williams y Joe DiMaggio, y fue impulsada por Bucky Dent y Aaron Boone, Pedro Martínez y Roger Clemens.