Cuando se quiere apaciguar ánimos, convencer multitudes o justificar planes y propósitos espurios, los políticos recurren a los “cantos de sirenas” que, en lenguaje menos poético, se denominan “demagogia”; pero cuando lo que se quiere es asegurar jugosos contratos y/o comisiones multimillonarias, lo que se escuchan son verdaderos conciertos de coros de sirenas terrestres, con colas descamadas (expresión inequívoca de su desnudez moral) y encantadores tonos que la mitología atribuía a estas engañosas criaturas de la imaginación homérica, que, a pesar de sus virtudes líricas, eran salvajes asesinas de navegantes a los que atraían con sus sonidos hacia verdaderas trampas marinas y la ciudadanía, como los marineros de la leyenda, habitualmente queda atrapada en los arrecifes donde los depredadores del erario sacian su ambición.
Uno de los cantos más memorables fue el siguiente: El Metro será la solución al caos de transporte en Santo Domingo; su precio será de apenas 5 pesos y la inversión será recuperada a corto plazo.
Ahora tenemos un nuevo cántico: Las plantas de carbón son la solución a los apagones, no dañinas a la salud ni al medio ambiente, económicas y con rápido retorno de la inversión.
Todavía el Metro necesita (y sus gerentes dicen que continuará necesitando) subsidio gubernamental para poder operar; el tránsito en Santo Domingo continúa siendo caótico y el precio a los usuarios (aún subsidiado) es cuatro veces el anunciado.
Ojalá que las “sirenas” que anuncian y promueven las plantas a carbón no sean tan “encantadoras” como Temístocles Montás cuando informó, al inicio del primer gobierno del doctor Leonel Fernández, que el problema de los apagones sería resuelto en seis meses.