Otra visión de la República Digital

Otra visión de la República Digital

La semana antepasada había escrito una entrega referente a la República Digital, en la cual, dado el espacio limitado para insertar los artículos en este diario, tuve que abstenerme de reseñar varios enfoques complementarios.
Según uno de mis lectores, ingeniero Germán Arias, es necesario estudiar materias que obliguen hacer abstracción, tales como: geometría plana (seno, coseno, tangente, contingente); y asignaturas básicas como gramática, matemáticas, ciencias naturales y sociales, lo cual incluye geografía e historia.
He escuchado una promoción para justificar la República Digital que afirma: “se acabó la era de lápices, cuadernos y pizarrones”, lo cual considero una aberración. ¿Cómo los jóvenes aprenderán a escribir correctamente, si en las computadoras y tabletas han creado un formato muy similar a la taquigrafía abreviando las palabras? Esta apreciación equivale a pronosticar la desaparición del libro y por ende las librerías, al encontrarse las obras descargadas en la tarjeta kindle.
Francia, con un nivel educativo muy superior al dominicano, ha tomado la decisión, a partir del 1ro. de enero del año que discurre, la prohibición del uso en las escuelas de teléfonos móviles (celulares), a estudiantes menores de quince años, ya que según el Ministerio de Educación, “su utilización no solo, afecta su desempeño escolar, sino que tienden alterar la salud mental de los jóvenes usuarios”. Esta disposición está en franca contradicción con la consigna del anterior Ministro dominicano de Educación: “cada maestro un computador”, al igual que “cada alumno un computador”. En nuestro país, todavía no hemos establecido una edad mínima, por lo cual partimos del principio jurídico: “todo lo que no está prohibido, está permitido”. Esta inhabilitación es una clara advertencia a los padres dominicanos, quienes compran este tipo de entretención a sus hijos, para según su parecer adentrarlos en el mundo moderno de la cibernética.
La educación pública francesa –otrora reconocida entre las mejores del mundo- ante el fracaso pedagógico, ha vuelto a insertar de nuevo en las aulas los dictados, lectura en voz alta y cálculo mental por evidente “retroceso educativo”. También, el mundo de la aritmética sufrió cambios radicales, en tanto hacer cuentas, sumar, restar, multiplicar y dividir; elementos básicos, antes fundamentos de razonamiento, han dejado paso a las calculadoras primero y las tabletas después.
Los grandes cambios hechos en Francia que se iniciaron hace aproximadamente veinte años, están teniendo resultados catastróficos, motivando una crecida presión ante las autoridades de Enseñanza Primaria, ya que los alumnos son incapaces de razonar y asumir conocimientos de otro nivel superior, lo cual ha obligado a la Ministra de Educación Najat Vallaud-Belkacem, a dar marcha atrás y reimplantar lo que hasta ayer era anticuado.
Las computadoras, tabletas y teléfonos móviles constituyen hoy día, a nuestro parecer, elementos disociadores de la familia y de las amistades. Es corriente comprobar, en un avión, tren o autobús a personas imbuidas y concentradas en sus aparatos electrónicos. Llegue de improviso a visitar amigos o familiares y de seguro comprobará inmediatamente; uno o varios utilizando el teléfono móvil y no obstante su llegada, continúan moviendo con suma agilidad los dedos en el teclado del ordenador.
Como hasta ahora no hay una definición relativa a la República Digital, sería conveniente que el nombrado Director de la Oficina Presidencial de Tecnologías de la Información y Comunicación (OPTIC), fije las normas o establezca un reglamento en donde se fijen los conceptos y a la vez las prohibiciones de la utilización por parte de los estudiantes de la computadora, específicamente la edad y sobre todo, el horario, ya que la utilización continua y sin límites de tiempo, puede causar un mal hábito, que en lugar de traer sapiencia, puede resultar en una dependencia y convertirlos en “analfabetos cibernéticos”.
No he querido abordar el tema de la pornografía, los chats y prácticas engañosas, ya que se supone que estos artefactos cibernéticos deberán contar con la supervisión de los maestros en las escuelas y los padres en el hogar, aunque sabemos, que en la práctica esto sucede a medias. A nuestro entender, este es el grave peligro que debe buscarle solución este ambicioso proyecto de la República Digital para que “no resulte peor la medicina que la enfermedad”.

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