Ciertamente, cuando se analiza el panorama político- electoral, la incertidumbre es una de las conclusiones más evidentes.
Sin embargo, hay otra lectura importante, que suele estar más ausente de los análisis: la inconformidad de la población con algunas figuras y partidos políticos tradicionales, con su capacidad de respuesta a los problemas que la ciudadanía identifica como prioritarios y la falta de credibilidad de instancias y poderes públicos importantes.
La encuesta Gallup-Hoy, publicada la semana pasada, arrojó algunos datos en este sentido: 68% cree situación económica y desempeño está muy mal, 65% está inconforme con la forma en que opera el sistema democrático en el país, 71% plantea que las cosas en el país van por mal camino.
Ahora bien, «la tapa del pomo» la ponen dos resultados: el primero: que el 55% de los ciudadanos le atribuye muy poca credibilidad a la Junta Central Electoral (JCE) para organizar las elecciones generales del 2020, que combinados con los de otras encuestas como, por ejemplo, el Latinobarómetro de noviembre del año pasado, donde la confianza en el Gobierno fue de 22%; en el Congreso 20%, en la Justicia 21% y en los partidos de 14% revela que República Dominicana podría estar encaminándose a una crisis de credibilidad.
A esto se suman datos de la misma Gallup-Hoy que muestra que aunque hay partidos políticos que todavía son fuertes (la simpatía del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) es 39.4% y del Partido Revolucionario Moderno (PRM), el 59.7% dijo que su simpatía es moderada y un 23% de la población no expresó ninguna inclinación por los partidos dominicanos, ya sean grandes o pequeños.
Estos resultados podrían apuntalar a que República Dominicana se monte en la ola actual del fenómenos de los “outsiders”, como se denominan las candidaturas electorales sin experiencia en política, que vienen de otros ámbitos profesionales (algunos hasta comediantes) y críticos o antisistemas, teniendo a veces pocas aspiraciones de triunfo, pero, finalmente, alzándose con la victoria. Tales son los casos de Funes en El Salvador, Morales en Guatemala, Alvarado en Costa Rica, Fujimori en Perú, Peña Nieto en México, Trump en Estados Unidos y, el más reciente, Zelenski en Ucrania.
Y, ciertamente, una lectura de la Gallup es que hay un segmento importante de la población que no está conforme con el sistema, sus instituciones, ni los actores políticos dominantes, por lo que quiere cambios.
Honestamente, entiendo que los cambios son necesarios, pero considerando que los gobiernos de muchos de estos “outsiders” terminan de manera desastrosa, valiendo el dicho de que «el remedio es peor que la enfermedad», en un país como República Dominicana, que ya tiene algunos cánceres terminales, hay que tener, repito, ojo avizor, para que, como siempre, no terminen los avivatos pescando en río revuelto.