Ovando, Drake, Palmer

Ovando, Drake, Palmer

–Cuando llega la hora de la muerte no vale nada; ni el marcapaso, ni el bastón, pueden evitarla. Lo sé muy bien porque el año pasado murió un abogado, vecino mío; tenía marcapaso y usaba bastón. Vengo a la ciudad vieja todas las semanas. Me gusta el olor de estas callecitas estrechas por las que correteaba, hace sesenta años, detrás de una pelota. Tengo un hijo burlón que me dice que puedo solicitar trabajo como guía turístico en la ciudad colonial de Santo Domingo. Lamentablemente, no puedo subir una cuesta empinada. Gracias a Dios, actualmente existen patinetas motorizadas para trasladar guías por caminos largos.

–Ahora a los viejos les llaman “envejecientes”; y la “gerundiada” no arregla nada; los gremios del negocio de turismo tienen el monopolio de los empleos. Se habla de los “discapacitados” para no emplear la palabra “lisiado”, pero eso no mejora la situación de ancianos en retiro con “capacidades especiales”. Ninguno de esos guías sabe de memoria el “juramento de los trinitarios”; pocos saben dónde se fundó la sociedad secreta que hizo posible la independencia de los dominicanos. Los viejos necesitan trabajo para aplazar la muerte y mover los músculos “antiembólicos”. Si las jubilaciones no cubren el costo de “la canasta familiar”, deberían dejar trabajar a los viejos que puedan hacerlo.

–Los turistas disfrutarían mucho si se les contara la historia de “La casa de Tostado”, el célebre notario que murió a causa de su propia necedad. O la de “La casa del cordón”, donde tuvo que esperar el virrey Diego Colón hasta que los arquitectos le entregaron su alcázar rectangular. El alcázar, reconstruido, es hoy uno de los lugares más visitados por turistas norteamericanos. “La casa del tapado” debería ser parte del itinerario obligado en la ciudad vieja.

–Bueno sería empalmar la historia colonial con la republicana; la guerra civil española con el trujillato y la intervención militar norteamericana con la contienda de abril de 1965. Todos estos sucesos han tenido lugar dentro del perímetro de las viejas murallas. El corsario inglés Francis Drake durmió en la catedral de Santo Domingo en 1586. Ovando gobernó hasta 1508; hizo cloacas y la matanza de Jaragua. Bruce Palmer, general norteamericano, llegó en 1965.

 

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