[b]INTERACTIVOS[/b]
Con este término se designa tanto a los ciudadanos que por la vía telefónica intercambian opiniones y comentarios con los locutores o conductores de radio y televisión, como a los espacios cuya producción se fundamenta en este tipo de interacción participativa.
Estos programas, que gozan de una ostensible aceptación, muestran por lo regular gran dinamismo y variedad, cualidades que se derivan de la amplia diversidad de puntos de vista que a través de ellos se ventilan; sin embargo algunos oyentes interactivos, demasiado asiduos, suelen resultar repetitivos y previsibles, lo cual puede llegar a ser fastidioso para la audiencia masiva, que es siempre la mayoritaria.
Se dice que muchos de estos comentaristas interactivos son mercenarios de opinión, que se dedican persistentemente a promover y defender a través de la radio las acciones y posiciones de los sectores, primordialmente políticos, por cuyo mandato interactúan.
Sea esto último realidad o ficción, lo innegable es que muchos de ellos son tanto o más conocidos que destacados y famosos comunicadores radiales.
[b]DE PROVINCIAS[/b]
Hace poco el joven bachatero Héctor Villanueva, director del grupo Ritmo de Amor, oriundo de mi natal Monte Plata, me entregó un CD producido y costeado por él mismo, en el cual se incluyen varios temas de su autoría.
Mientras escuchaba las bachatas en las que se advierten las mismas características líricas y musicales de las que suelen sonar insistentemente en la radio actual, pensaba en las innumerables trabas que tendría que vencer este compositor e intérprete provinciano para difundirlas en forma masiva a contra corriente de la omnipresente payola.
Y en efecto, si los altos costos del pago ilegal han sacado de circulación a los solistas nacionales y se convierte en un obstáculo difícil de salvar para disqueros y cantantes reconocidos en el medio, cuanto más cuesta arriba resultará para un artista popular de provincia, enfrentar este poderoso negocio.
[b]NOSTALGIA[/b]
A propósito de la reciente entrega del premio nacional de literatura al escritor e intelectual Andrés L Mateo, me acordé del maravilloso y enriquecedor programa Peña de Tres que en los años ochenta producían y conducían Tony Raful, Pedro Peix y el propio Mateo.
En el referido espacio, que además de la radio llegó a difundirse por televisión, se entrevistaban escritores y poetas dominicanos, se analizaban obras literarias y se informaba a cerca de la actualidad cultural.
Peña de Tres, que llegó a obtener el galardón El Dorado como programa radial del año, corrió la misma suerte que otros espacios de divulgación cultural, que como Contacto en Red, Caminata Cultural, El Hombre y la Ciencia y muchos otros han sido barridos por la banalidad y el excesivo mercurialismo de los tiempos que corren.