Pabellón de República Dominicana en la Bienal de Venecia 2019

Pabellón de República Dominicana en la Bienal de Venecia 2019

La Bienal de Venecia es para los artistas contemporáneos una convocatoria donde se exponen las travesías más confirmadas en el arte de cada país participante.
Este año, República Dominicana está representada por cinco artistas que confirman la gran diversidad y pluralidad de las expresiones y recursos de las artes plásticas en el país.
En esta 58 edición de la bienal, es la primera vez que el país goza de un Pabellón propio , con una delegación que, aunque representada por una sola mujer artista lleva una propuesta que responde a los planteamientos de la Convocatoria con altura.
El arte actual, expresa las grandes inquietudes del ser humano frente a las amenazas que acechan la salud ecológica del planeta y ponen en peligro toda vida, vegetal, animal y humana. Los cinco artistas exhiben el resultado de un trabajo pensado y compuesto por una variable común, la búsqueda de una poética visual que evidencia la conciencia y el sueño por salvar el planeta, y la humanidad con recursos técnicos y formales que cada uno puso al servicio de su imaginario.

Hemos optado por compartir las reflexiones de algunos de los artistas para captar la reflexión intelectual sobre la problemática ecológica que les condujo a la ejecutoria de la obra.
Darío Oleaga, residente en New York, expresa los siguiente:
…“La biodiversidad es la naturaleza en su máximo esplendor y entendemos por naturaleza lo que esté compuesto de oxígeno y carbono; el carbono es el elemento esencial de todo lo vivo, que se muta según las condiciones de donde se encuentra, en sus formas más puras se manifiesta como el material más blando (grafito) o como el más duro (el diamante), ambos son diferentes manifestaciones del mismo material que componen toda la vida natural de nuestro planeta. En mi obra la interacción del color, las formas y las historias confluyen como una metáfora entre los sueños, la vida y la muerte. No son respuestas a las problemáticas que están transformando nuestra naturaleza y diversidad, más bien cuestionan las razones que están convirtiendo nuestro hábitat en un espacio incompatible con la existencia.

El carbón es un símbolo en sí mismo, en un momento marcó la pauta de la industrialización estructurando unos niveles de vida más cómodos, pero a la vez es la manifestación más directa de la mutación de la vida o quizás de la muerte misma, el carbón es la representación de lo que fuimos y de lo que nos convertiremos, es el símbolo del precio que pagamos.

En mi obra las imágenes que utilizo de insectos, flora, industria, mineral y hasta humanos son como elementos metafóricos que conforman un todo y que nos acostumbramos a ver de manera separada pero que en verdad son parte de un mismo compuesto, la vida”…
Ezequiel Taveras, también de la diáspora new Yorkina, apunta con un pensamiento ético y estético que siempre ha llevado en su propuesta… “Replantear la memoria de la Tierra a través de símbolos que funcionen a la vez semiótica y estéticamente supone elaborar un documento capaz de inmortalizar dicha memoria, sobre todo ahora que enfrentamos un temible futuro en cuanto respecta a la preservación de la vida en el planeta… Mis 18 paneles procuran replantear la simplicidad de los elementos del alma. Me permiten manejar símbolos que pueden dar lugar a una estructura conceptual con múltiples líneas de pensamiento. Son un intento por configurar algo que carece de forma concreta, algo esencialmente inmaterial. Estos paneles además integran 12 muestras de ADN indispensables para reconstruir la vida en la Tierra de todo desaparecer.
Memoria de la Tierra, intentan evocar las investigaciones que sustentan la conexión entre espíritu y ciencia a través de un solo planteamiento.
Los símbolos, claves y letras nos ayudan a conectar el alma con su historia, que es la historia de todos.”

Para Julio Valdez, el espacio nutre sus inquietudes, la obra presentada mara un territorio visual con una profunda alegoría al movimiento y contraste de la luz.
…“Mi obra reciente refleja mi interés en crear una incertidumbre espacial, un sentido del tiempo todavía sin definir. Estas series recientes han sido inspiradas en viajes a varios lugares, como la Reserva de la Biósfera Ria Celestún, una larga zona costera de terrenos húmedos que es refugio de la fauna salvaje en la península de Yucatán, en México.
En la región del Caribe, las aguas circundantes del océano Atlántico y el mar Caribe crean una sensación de luz y espacio que son como una bendición y una maldición a la vez. Mis pinturas exploran un paisaje oceánico que es a la vez ilusorio y de ensueño. He estado examinando imágenes del agua más allá de sus características físicas, como metáforas de la conciencia y el proceso creativo.
Otros lugares que han inspirado mis exploraciones visuales en las obras son Las Terrenas y Cayo Arenas, en República Dominicana, y el lago Skaneateles en Upstate New York, el más pequeño de los Finger Lakes. Estos lugares me permiten experimentar una comunión con la naturaleza y sus ciclos, que me he dado cuenta son un atractivo punto de entrada a mis exploraciones internas…”
La obra de Valdez ofrece una lectura de reflejos de luces y sombras que invitan a una poética del lugar, del punto geográfico terrenal donde se perfila la humanidad.
Con Miguel Ramírez, Herbario es un proyecto visual donde se exploran varios medios y soportes perceptuales pintura, escultura e instalación, tres medios en los que el artista ha desarrollado su trayectoria, partiendo de observaciones intuitivas, pulsiones sensoriales, asombros cotidianos en comportamientos de mutaciones de formas orgánicas y patrones de la naturaleza
Herbario es una obra de intervención que alude y evoca a la abstracción sensorial, proyección virtual de insólitos microcosmos orgánicos contenidos en patrones binarios que dan sentido y significado matérico a lo que conocemos como naturaleza.
Herbario es umbral y reservorio del desequilibrio de la biodiversidad ecologica, medioambiental y sobrevivencia humana, una alegoria poética develada y revelación palpitante de lo vital.
Hulda Guzmán, incuestionable talento con su pintura Fiesta en la selva, aporta la fuerza del trópico en sus colores, de violencia exótica, y a la vez sirve una estética barroca post moderna de eficiente composición. Nos impresiona, la madurez en la ejecución visual de una artista que le da un giro muy personal al tratamiento de sus temáticas y que nutre el recurso de la pintura con altura ,señalando a la vez que tenemos en ella todo un proceso dibujístico muy dominado.
Con estos cinco artistas el país, abre una nueva historia de la internacionalización del arte en República Dominicana. Nos mantenemos con la esperanza y con la expectativa de seguir teniendo a través de la Embajada de República Dominicana en Italia, y el Ministerio de Cultura un presencia del Pabellón de República Dominicana en la Bienal de Venecia, constante y fiel a as nuevas generaciones de artistas dominicanos.

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