La nación atraviesa un momento difícil desde que la fraguaste en 1844. Su supervivencia está amenazada por razones económicas, sociales, institucionales y morales aprovechadas por voracidades domésticas e internacionales para pisotear predicamentos que nos inculcaste sobre una dominicanidad “libre e independiente de toda…influencia extranjera”, no “patrimonio de familia ni persona alguna…mucho menos extraña”
A esto caímos porque “hombres sin juicio y sin corazón conspiran…contra su salud” constituyéndose en “enemigos…acordes en…destruir la Nacionalidad aunque…sea preciso aniquilar a la Nación entera”.
Esos enemigos olvidaron tus enseñanzas que “La Política no es…especulación…sino…ciencia… pura y…digna”; y que el “buen dominicano…tiene hambre y sed de la justicia”
Luego que ellos fueron electos ignoraron que cuando tú lo fuiste advertiste que “nada me será más lisonjero que…corresponder…llenando…esperanzas…por la satisfacción de ver…felices…” a quienes te eligieron.
Tu amonestación que la “autoridad no constituida con arreglo a la ley” carece de “derecho…a gobernar” sin “obligación de obedecerla” por gobernados ante desarreglos, la hemos sobreseído; pasándole por alto que esas autoridades estaban…“obligadas a conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas los derechos legítimos” de nuestros connacionales.
Nos reconfortan: tus esperanzas que “Lo…que hiciste…no dejará de tener imitadores…”; tu perseverancia al “No dejar de trabajar en favor de nuestra…causa haciendo…más de lo que puedes…a pesar que nunca falta quien desbarate con los pies lo que haces con las manos” y tu amor “por…la causa…de la Patria…que te llevaron a contraer compromisos sagrados…con la generación venidera…para no renunciar a la idea de aparecer ante…la Historia con…honor”.
Sobre todo, la todavía oportuna exhortación a los jóvenes: “Seguid…dulce esperanza de la patria…con tesón y ardor en la…carrera…para alcanzar la… grandiosa obra de nuestra regeneraciónpolítica…”.
Y a los gobiernos: “mostrarse justo y enérgico… o no tendremos Patria” recordándole que crímenes antipatrióticos “…no prescriben ni quedan impunes”
Padre Duarte, ilumínanos para aplicar tu ideario renovado ante las circunstancias de hoy; libéranos de influencias de naciones que irrespetan nuestras idiosincrasias; Que no sigamos siendo concebidos como “patrimonio de familia ni persona alguna… mucho menos extraña”; Que sean aleccionados aquellos “hombres sin juicio y sin corazón” que conspiraron contra nuestra Patria, recusantes de su destrucción y aniquilación por concebir la política como especulación perjudicando la dominicanidad hambrienta y sedienta de justicia; Que nuestros gobernantes prioricen la satisfacción de ver “felices” a nuestros gobernados; Que nos ciñamos, autoridades y ciudadanos, a leyes “sabias y justas” para inviabilizar la desobediencia; Que surjan muchos imitadores tuyos, perseverantes en la causa de la patria, comprometidos con nuestra historia futura y nuestra juventud para disponer un gobierno “justo y enérgico” que no vacile ante criminales de la patria.