¿Pagarías el precio por el mejor regalo que puedes hacer a tu madre?

¿Pagarías el precio por el mejor regalo que puedes hacer a tu madre?

Para Jung, la madre representa uno de los arquetipos principales del inconsciente colectivo, y su expresión la encontramos en la madre biológica, la abuela, la madrastra, la suegra, y cualquier mujer con la que se tiene una relación importante, incluyendo la Virgen María en todas sus advocaciones.

En general, todo aquello que se presente como de grandes dimensiones, espacioso y con la característica de abrazar, contener, ceñir, rodear, envolver, cubrir, proteger, preservar o nutrir a algo más pequeño, constituyen símbolos que se refieren al arquetipo de la madre, por ejemplo: la iglesia, la ciudad, el país, la tierra, el mar, el útero, la materia, la vaca, y todos los animales útiles.

La importancia que se le da a la maternidad (y a la paternidad) se explica en el valor que la sociedad otorga a los hijos. El hijo no sólo tiene la función de ser objeto de realización de sus padres, sino que también articula y cohesiona las relaciones familiares.

De acuerdo con las motivaciones que existieron para tenerlo, cada hijo tendrá un significado especial. Desde la concepción, la madre tiene un enorme poder en la vida del hijo. Ella puede “decidir” su vida o su muerte.

Desde el mito de Gea y Chronos, en todas las épocas ha habido mujeres que para proteger al hijo han ocultado un embarazo.Otras, han “elegido” otro padre para su hijo, negando la paternidad de quien las embarazó, le han hecho creer a otro hombre que el hijo es de él. Algunas han hecho pasar a la criatura como un “hermano”, lo han dado en adopción, lo han entregado a las abuelas, etc.

La carencia y el exceso son igual de perjudiciales. En la vida del hijo, recibir poco de la madre provoca un impacto tan grave como recibir de modo exagerado.Pero sea cual fuera la historia con mamá, siempre podemos tomar “su fuerza” al sintonizarnos con el latido del corazón.

La relación con la madre tiene su origen en el corazón, en el instante en que nuestro corazón comenzó a latir en su vientre, y se sintonizó con el latido del suyo, con el mismo ritmo durante nueve meses.

El origen de todo fue -y es- el latir del corazón de Dios. Toda la creación es un latir creador que ama a todo tal y como es. Ese latir continúo de amor se perpetúa en toda la creación.

Sea lo que sea que haya pasado, el hijo está vivo porque la madre consintió a su vida, y si está aquí es porque finalmente todo resultó bien y pudo crecer con lo que le dieron. Lo más grande que podemos recibir es la vida. ¿Acaso conoces un regalo de mayor valor? Cómo hayan ocurrido las cosas sólo es la “envoltura” del regalo.

Una joya preciosa tiene el mismo valor si está en una caja de terciopelo, o en una funda estrujada del colmado. Al principio de nuestra vida, crecemos al tomar todo lo que la madre nos da. Quien toma a la madre, también toma la riqueza de la vida. Quien es bueno con su madre, la vida es bueno con él/ella. Liberarse del amor exigente e infantil es un logro espiritual que viene con la madurez.

El último domingo de mayo celebramos el Día de las Madres. En una sociedad como la nuestra, que enaltece este rol, la selección del obsequio que haremos provoca gran agitación.

Te aseguro que decir “sí” al amor que les reúne es el mejor regalo que le puedes dar a tu madre para honrarla en esta festividad. Sólo requiere la humildad de reconocer que ella es la grande y da, y tú eres el pequeño (a) y tomas. ¿Crees que puedes pagar este precio?

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