Jungah Lee y Jason Clenfield
Cuando el presidente de Samsung Electronics Co., Lee Kun Hee, recorría sus fábricas, los preparativos eran dignos de un jefe de Estado.
A los trabajadores se les decía que estacionaran detrás de la planta, porque sus autos feos ofendían los ojos del líder.
Se colocaban mentas en los baños por temor de que el aliento de alguno oliera a kimchi. Se alineaban guardias sobre la calle para dar la bienvenida a su limosina y se desplegaba una larga alfombra roja. A todos se les recordaba que no debían mirar desde las ventanas.
“Literalmente, no se nos permitía mirarlo”, dijo Masaki Oguro, un ingeniero japonés del área de videocámaras de Samsung que trabajó en una planta en Suwon, cerca de la capital de Corea del Sur, durante la mayor parte de los años 2000. “Samsung es una religión, y el presidente Lee es un dios”.
Samsung probablemente deberá depender pronto de alguien con una estatura menos mítica para dirigir al fabricante más grande del mundo de teléfonos móviles y televisores frente a Apple Inc. y rivales chinos.
El presidente de 72 años está internado desde que tuvo un infarto en mayo, y su heredero aparente es su único hijo, Lee Jae Yong. El vicepresidente de Samsung, de 46 años, ha mantenido un perfil tan bajo que nunca ha dado una entrevista formal públicamente.
La personalidad de Lee hijo podría ajustarse al Samsung actual. Es discreto, accesible y habla tres idiomas, rasgos que pueden ayudar a la empresa a cambiar su foco del hardware al software, al contenido y a una mayor colaboración con socios globales. Estableció una relación con Steve Jobs que ayudó a Samsung a proveer componentes para los dispositivos Apple, incluido el iPod.
Sin embargo, sus capacidades de conducción no han sido probadas, dijo Chang Sea Jin, profesor de política empresarial en la Universidad Nacional de Singapur y autor del libro “Sony versus Samsung”. Es cierto que su abuelo fundó el holding Samsung y su padre desarrolló el grupo empresarial más grande de Corea, pero Lee Jae Yong tiene pocos logros visibles para el mundo exterior.
“En realidad, desconocemos lo que puede hacer”, dijo Chang. “Todos han sabido siempre que sería el próximo emperador, pero nunca tuvo que probar nada”.
Samsung Group se negó a permitir una entrevista con Lee Jae Yong, conocido también como Jay Y. Lee. El vicepresidente se ha mantenido alejado del foco de atención en deferencia a su padre, conforme una costumbre coreana.
Lee Kun Hee, el hombre más rico de Corea, tiene un patrimonio neto de US$11.600 millones al 26 de agosto, según el Bloomberg Billionaires Index. El patrimonio neto de Jay Y. es de US$4.400 millones, en su mayor parte tenencias en empresas Samsung que adquirió con la ayuda de su padre.
Lee hijo tiene un diploma de grado en Historia de Asia Oriental de la Universidad Nacional de Seúl, la escuela de altos estudios más importante del país, y una maestría de la Universidad Keio de Japón. También estudió para un doctorado en la Escuela de Negocios de Harvard durante unos cinco años, aunque no recibió ningún título.
Al incorporarse a Samsung con dedicación exclusiva en 2001, recibió una suite con paredes de vidrio rodeada de escritorios con secretarios de cada una de las unidades de la empresa. Lo ayudaron a conocer el imperio del grupo en rápida expansión, según Ryozo Yoshikawa, que ingresó en Samsung en 1994 y vio crecer a Jay Y.
Aerolíneas analizan el futuro de la primera clase
Kari Lundgren, Deena Kamel Yousef y Richard Weiss
Las principales aerolíneas del mundo están cuestionando la necesidad de cabinas de primera clase en tanto los asientos que se reclinan a 180° proporcionan a los clientes de empresas una comodidad antes inimaginable, lo que hace que los asientos preferenciales de las primeras filas sean más difíciles de justificar.
Con las literas totalmente reclinables para la clase business que lanzó este año Air France-KLM Group, las cabinas empresariales de los principales operadores de Europa, Asia y Oriente Medio ahora ofrecen una experiencia comparable a la que durante casi dos décadas se vivió en primera clase.
Entre las líneas aéreas que ven una demanda limitada de plazas de lujo se encuentran American Airlines, que las eliminará de cerca de cincuenta aviones, Deutsche Lufthansa AG, que invertirá 1.000 millones de euros (US$1.300 millones) en actualizar la clase business en tanto se reduce la capacidad de la primera en un 30 por ciento, e incluso la línea de alta gama del Golfo Qatar Airways Ltd. Otras aerolíneas son más osadas: Etihad Airways PJSC de Abu Dhabi agregará suites privadas decoradas como “The Residence” con una cama doble, una zona de living y una ducha por US$20.000 por un pasaje de ida a Londres.
“La economía post-recesión es sumamente conciente del costo de viajar y las aerolíneas sólo pondrán primera en los aviones donde se justifique desde el punto de vista económico”, dijo Henry Harteveldt, fundador de Atmosphere Research Group, consultora de viajes.
Las líneas aéreas que se preguntan por el futuro de los viajes en primera clase están siguiendo los pasos de Virgin Atlantic Airways Ltd., la empresa del multimillonario británico Richard Branson, que abandonó la disposición tradicional de tres clases para los viajes largos en la década de 1980.
Seguir a Branson. Virgin buscaba definir una identidad que la diferenciara de British Airways, la línea predominante en el centro de conexión aérea de Heathrow en Londres. La “Clase Superior” de la compañía cambió el lujo por un enfoque basado en la tecnología y orientado a las necesidades empresariales. Este incluye energía eléctrica en el asiento e innovaciones previas al viaje como una sala Club House con cortes de cabello gratuitos y un putting green.
“Si podemos satisfacer las necesidades básicas del pasajero de manera imaginativa, el precio se vuelve menos importante”, dijo el director de marca y relaciones con los clientes de Virgin, Reuben Arnold. “Es una clase business con muchos de los beneficios de la primera”. La empresa australiana Qantas Airways Ltd. marcó el camino en la reducción de la primera clase en 2010.