Página de Bloomberg. Inversión en España repunta con nuevos propietarios como Goldman

Página de Bloomberg. Inversión en España repunta con nuevos propietarios como Goldman

Stephanie Baker

Marcelino Calvo Sánchez y su esposa, María Luisa, nunca habían oído hablar de Goldman Sachs Group Inc. hasta el año pasado, cuando el banco de inversión global compró el complejo de viviendas integrado por cuatro edificios donde viven en Vallecas, en la periferia sur de Madrid. A Marcelino, camionero retirado de 71 años, su nuevo propietario no lo impresiona.

Goldman Sachs eligió el complejo de 289 unidades en agosto de 2013 como parte de su compra de 3.000 departamentos de bajos ingresos al Gobierno regional de Madrid por 201 millones de euros (US$269 millones). Con la venta, desaparecieron algunos subsidios para locatarios y, según Sánchez, un problema pequeño con ocupantes ilegales se agravó. “No queremos vivir con ocupantes ilegales”, dice Sánchez. “Esto se ha vuelto un negocio –ya no es un plan social”.

Es exactamente así, informará Bloomberg Markets en su número de octubre. El complejo de viviendas parece uno de los últimos lugares del mundo al que apostarían banqueros de Goldman Sachs que saben invertir bien su dinero –las puertas de vidrio están rotas, las puertas de los buzones de correo cuelgan abiertas y las paredes del patio están llenas de graffiti- pero es aquí donde hizo pie Goldman en el mercado inmobiliario español. Blackstone Group LP, el administrador de activos alternativos más grande del mundo, compró una cartera similar de viviendas de bajos ingresos a la ciudad de Madrid en julio de 2013 por 125 millones de euros.

Punto de inflexión. Estas apuestas al mercado español marcaron un punto de inflexión en la confianza de los inversores. El país, que durante cinco largos años fue una zona de exclusión tóxica para los inversores extranjeros, ahora encabeza las listas de las firmas de capital riesgo, los fondos de cobertura y los fondos de riqueza soberana al acecho de activos baratos en Europa.

Muchos inversores pensaron que Goldman apostaba a que los precios inmobiliarios españoles –que todavía se encuentran más de un 40% por debajo de su pico máximo de 2007- finalmente habían tocado fondo.

“Fue la primera vez que intervinimos para comprar activos de esta magnitud en España desde comienzos de 2000”, dice Jim Garman, codirector global de inversión inmobiliaria en Goldman Sachs de Londres. “La reacción fue sorprendente. Recibimos numerosos llamados de clientes y otros inversores preguntando si el mercado se había desplomado”. No fue ésa la intención del banco, dice Garman, pese a que el aluvión de inversores envalentonados por Goldman realmente hizo desplomar el mercado. Tampoco es que la mejor perspectiva para las propiedades disminuya el desafío de hacer que esta particular inversión funcione.

El socio local de Goldman, la firma de capital riesgo Azora Capital SL, con sede en Madrid, está reparando los edificios y tratando de enfrentar a los ocupantes ilegales, pero esas no son cosas que sucedan rápidamente. Millones de empleos desaparecieron durante la crisis financiera de España, y los ocupantes ilegales se han convertido en un rasgo persistente del paisaje urbano.

Clarividencia. Como macro-apuesta a la economía española, Goldman y Blackstone tuvieron un momento de clarividencia. En el tercer trimestre de 2013, la economía española creció –levemente- por primera vez en dos años y medio. En el segundo trimestre de este año, el producto interno bruto creció 0,6%, su mejor desempeño desde el último trimestre de 2007. Las ventas minoristas finalmente comenzaron a repuntar en abril. El gobierno del primer ministro Mariano Rajoy, que encabeza el Partido Popular conservador, pronostica que la economía crecerá 1,5% este año y 2% en 2015. Después de llegar al poder en 2011, Rajoy implementó las medidas de austeridad más estrictas en más de 30 años, recortó el gasto en educación y salud y congeló los salarios del sector público. Ha prometido reducir el déficit fiscal desde 7,1% en 2013 hasta 5,5% del PIB este año.

Los mercados se recuperan. El rendimiento de los bonos del Estado español a 10 años es de 2,18 por ciento, más bajo que el rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense con igual vencimiento. El retorno total en el índice Ibex 35 de las empresas españolas con mayor liquidez es de 34 por ciento en los 12 meses hasta el 28 de agosto.

Ahora Rajoy, que enfrenta elecciones generales a fin de 2015, está tratando de garantizar una recuperación económica más amplia. Esto significa pasar de la austeridad al estímulo y centrarse en los empleos. En mayo, anunció un plan de estímulo por US$8.300 millones concebido para impulsar el crecimiento del empleo y aumentar los préstamos a la industria. También diseñó planes para reducir la tasa del impuesto sobre las sociedades desde 30 por ciento hasta 25,% Rajoy contará con el apoyo del recientemente coronado rey Felipe VI, que tomó las riendas de su padre, Juan Carlos I, en junio en una discreta ceremonia.

“Tenemos la obligación de transmitir un mensaje de esperanza, especialmente a los más jóvenes, de que la obtención de un empleo debe ser una prioridad” dijo Felipe.

Bancos centrales juegan versión Plaza-opoly

Simon Kennedy

Cuando el Plaza Hotel empezó a vender su propia versión del Monopoly, al tablero del juego le faltaba un casillero para marcar el acuerdo monetario de 1985 al que se le dio el nombre del emblemático establecimiento neoyorquino.

El “Plaza-opoly”, lanzado este año, reconoce el papel del hotel como locación de las películas “Mi pobre angelito 2” e “Intriga internacional”, pero no el histórico convenio firmado allí por las grandes economías para devaluar el dólar.

Esa mención habría sido un oportuno recordatorio de que el tipo de cambio como herramienta de la política está haciendo un regreso triunfal que no se veía desde entonces. La diferencia ahora es que las autoridades de los bancos centrales buscan acelerar la inflación en lugar de controlar el alza de los precios.

“Del mismo modo que las monedas con tipo de cambio fijo se pusieron de moda como forma de reducir la inflación en tiempos pasados, cabe preguntarse si esas monedas no podrían ser la fórmula de moda para aumentar la inflación”, dijo David Lubin, responsable de economía de mercados emergentes de Citigroup Inc., en un informe del mes pasado.

En julio, el gobernador del Banco de la Reserva de Nueva Zelanda, Graeme Wheeler, planteó la posibilidad de una intervención monetaria. El gobernador del Banco de la Reserva de Australia, Glenn Stevens, dice que esa práctica es parte de su “caja de herramientas”. Los analistas de Samsung Futures Inc. ya sospechan que las autoridades monetarias de Corea del Sur están tratando de frenar la apreciación del won.

Algunos bancos centrales ya han tomado medidas. El Banco Nacional Suizo le puso techo al franco hace tres años para tratar de evitar la deflación. Una encuesta de Bloomberg News a 23 economistas llevada a cabo este mes reveló que las tres cuartas partes de los entrevistados dicen que esa medida seguirá en vigencia durante por lo menos otros dos años.

Techo checo. El Banco Nacional Checo también fijó un techo a la corona y este mes prometió mantenerlo hasta 2016 debido a que los riesgos de que se desacelere la inflación pesan más que la recuperación de la recesión más larga de que se tenga registro.

Israel, que tiene la moneda que, según Lubin, es la de mejor desempeño de los últimos 18 meses sobre la base del tipo de cambio real ponderado por el comercio, podría ser el próximo en actuar.

“Ahora que la tasa de política monetaria de Israel es de solo 0,5 por ciento, es cada vez más probable que cualquier amenaza deflacionaria deba enfrentarse por medios distintos de esa tasa, y el shekel parece el candidato más evidente”, señaló Lubin.

Otros países que deben lidiar con una moneda fuerte y baja inflación son Corea del Sur, Polonia y Hungría. Ninguno de ellos tiene tasas de interés cercanas a cero, lo que les deja un margen de tiempo para tomar medidas sobre la moneda, agregó Lubin.

No es probable que los tipos de cambio mínimos “se conviertan en una tendencia abrumadora en el muy corto plazo, pero sí pensamos que el debate” sobre ellos “no va a desaparecer”, opinó Lubin.

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