PA6011. CIUDAD DE PANAMÁ (PANAMÁ), 04/05/2019. Vista de la Ciudad de Panamá este viernes (Panamá), previo a los comicios electorales del próximo 5 de mayo para renovar todos los cargos de elección popular, incluyendo presidente, vicepresidente, diputados nacionales y el Parlacen, alcaldes, concejales y representantes del corregimiento. EFE/Bienvenido Velasco
A pesar de que Panamá es uno de los países que más ha crecido de América Latina, con un crecimiento promedio de su Producto Interno Bruto (PIB) que ha rondado el 7% anual en la última década, su sociedad enfrenta una gran desigualdad.
Es uno de los cinco países más desiguales del mundo, según los datos del Laboratorio de Crecimiento de la Universidad de Harvard, y el segundo más desigual de la región de América Latina por ingresos.
“El aumento del PIB panameño ha rondado el 7% anual en la última década, un guarismo más propio de un dragón asiático que de un país centroamericano; la renta per cápita casi se ha duplicado en ese periodo, hasta superar a Chile y convertirse en la mayor de Latinoamérica y la tasa de paro está en el entorno del 6%, cerca del pleno empleo”, afirma una publicación del diario El País.
Agrega la publicación que la ampliación del Canal, por el que transitan las dos terceras partes de los barcos de carga con origen o destino en Estados Unidos, y el potente desarrollo de su sector financiero, gracias a las jugosas ventajas fiscales, se han convertido en los mayores motores de la economía.
“A ellos se ha sumado, más recientemente, la construcción: del boom inmobiliario, alimentado por capitales extranjeros y solo atemperado en los últimos meses, son testigo privilegiado los carteles de “se vende” en Costa del Este o Punta Pacífica, los nuevos barrios acomodados de la capital panameña. Y el resultado de ese cóctel de factores es, en fin, un milagro apenas conocido fuera del país centroamericano”, explica.
Segunda lectura. Pero según la publicación, los grandes números esconden, casi siempre, una segunda lectura. Panamá es un país marcado por la dualidad: los de adelante, parafraseando el título del último libro del politólogo mexicano Carlos Elizondo, corren mucho y los de atrás siguen muy rezagados.
“El dinamismo ha sido extraordinario, sí, pero su distribución y la inclusión de los más desfavorecidos sigue siendo la gran asignatura pendiente: los logros sociales no han ido de la mano”, asegura.
“Panamá ha gozado de un considerable progreso socioeconómico en las últimas décadas”, reconocía recientemente la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) —el think tank de los países ricos—. “Sin embargo, no todos los sectores, regiones y habitantes se han beneficiado al mismo nivel”.
La publicación señala que la bonanza panameña se ha concentrado en una fracción de su población —los ingresos del 10% de la población más acaudalado son hasta 35 veces superiores que los del 10% menos agraciado—y en una pequeña franja territorial alrededor del Canal, por mucho la más desarrollada y conectada a las dinámicas de la globalización.
Fuera quedan siete de sus 10 provincias y las tres comarcas indígenas con categoría de provincia. En estas últimas es donde la realidad muestra su peor cara: la pobreza afecta al 82% de la población y la pobreza extrema alcanza a seis de cada 10 personas.
“La mayor desigualdad de este país al resto de América Latina”, acota Carlos Garcimartín, economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Conectado
“Para los grupos conectados, que viven, sobre todo, en la ciudad y que tienen acceso a la educación y al financiamiento, las cosas han ido muy bien”, señala el economista Marco Martínez. “Para el resto, no tanto”. La renta media de los residentes en la capital se codea, según sus datos, con la portuguesa.