CIUDAD DEL VATICANO.- Católicos y laicos celebraron ayer que el papa Francisco decretó que el arzobispo de San Salvador, Oscar Romero, fue asesinado por odio a la fe y aprobó una declaración de martirio que allana el camino a la beatificación.
“Nos hemos desayunado con esta grata noticia del papa Francisco anunciando que reconoce ya oficialmente el martirio de monseñor Romero y declarándolo beato”, dijo a la AP monseñor Rafael Urrutia, encargado de promover la causa de beatificación de Romero. “Dios está pasando de nuevo por El Salvador con esta noticia que es una invitación a la reconciliación de la paz, a la solidaridad fraterna”.
Urrutia explicó que el arzobispo capitalino José Luis Escobar Alas se encuentra en Roma y que a sus regresó se definirá la fecha de beatificación oficial de Romero en un acto litúrgico que se realizará en el país en la que los acompañará un enviado del papa. La Iglesia comenzó los preparativos para el acto oficial. “El júbilo no nos cabe en el corazón, y no es solo que monseñor Romero va a ser beatificado, sino que es declarado mártir de la Iglesia. Cuantas calumnias recibió este hombre en su vida, cuanta persecución, cuentas amenazas de muerte y terminaron matándolo, igual pasó con Jesús el mártir del calvario”, dijo a periodistas el obispo auxiliar capitalino, monseñor Gregorio Rosa Chávez. Al conocer la buena noticia, Rosa Chávez, uno de los fieles seguidores de Romero, se reunió con más de 100 sacerdotes para presidir una misa de acción de gracias. “Se hace justicia a la verdad de Romero, y se reconoce que Romero fue un hombre de Dios, un hombre de la Iglesia, un hombre que da la vida por los pobres”.
En la tradición católica, el martirio está reservado a personas muertas por odio a la fe. La causa de Romero se vio demorada entre otras razones por dudas acerca de si fue asesinado debido a su actitud de apoyo a los pobres o por su fe. El decreto firmado por Francisco dice claramente que Romero fue un mártir en el sentido clásico, muerto por odio a la fe. La causa de beatificación estuvo bloqueada durante años por temor a una asociación con la teología de la liberación —un movimiento al que Romero nunca perteneció—, la que aboga por dar prioridad a la atención a los pobres.