Papel de la masonería Haití-RD en siglo XIX

Papel de la masonería Haití-RD en siglo XIX

Juan Pablo Duarte era masón  y cierta correspondencia indica que sus iguales en Haití solicitaron ayuda de Jean Pierre Boyer para mejorar su logia

En este año se conmemoran los 150 años de la fundación de la Gran Logia  Nacional  llamada hoy en día Gran Logia Dominicana, y cuyo Gran Maestro fundador fue  Tomás Bobadilla.

En el marco de esta celebración tan importante para los francmasones dominicanos,  escribimos este artículo con la intención de resaltar la importancia de la masonería en el proceso histórico haitiano-dominicano en el siglo XIX.

Los autores tales como Juan Francisco Sánchez, Haim López Pehna, Emilio Rodríguez Demorizi han escrito sobre la historia de la masonería dominicana y establecen su relación directa con la de Haití, lo que permite observar cómo los francmasones de la isla se fueron ocupando los espacios políticos y económicos, particularmente en la era boyerista.

En su libro sobre la masonería publicada en 1948,  Sánchez explica que la masonería en América Latina entró por vía de Haití por Etienne Morin quien estableció la primera Logia del rito escosés en Puerto Príncipe en 1764 bajo el nombre de la ¨´Parfaite Harmonie´´.

Sin embargo, los sucesos que se produjeron en Europa irían impactando en el porvenir de la isla de suerte que en 1795 España cedió a Francia la parte oriental de la isla mediante el acuerdo de Basilea. Para aquella época, el líder negro Toussaint Louverture fue elevado a general en jefe de la isla y  penetró en el territorio oriental en 1801, después de su desocupación por las autoridades españolas.

En su calidad de francmasón, creó una comisión domínico-haitiana para escribir una constitución insular en la cual la esclavitud como bien común era vista en los aspectos tolerantes, en el respeto de ciertos derechos fundamentales del esclavo.

Sin embargo, la desaparición del precursor de la independencia haitiana y la ocupación de la parte oriental por el gobernador Ferrand en nombre de Francia, cambió el curso de la historia.

Bajo el nuevo mando francés se organizó en 1803 la primera logia en la parte Este de la isla bajo el nombre de  ´´La Fraternité´. Tan pronto los soldados franceses fueron vencidos en Palo Hincado, Seybo, en 1808, desapareció la logia francesa y se estableció una década luego la logia masónica española bajo el nombre de la ´´Filantropía´´, gracias a las diligencias del gobernador español Pascual Real, y en cuyo seno figuraba un sin número de comerciantes, políticos, intelectuales y sacerdotes católicos.

En el estudio del  proceso histórico de la isla quisqueyana, la masonería aparece como un elemento adicional. No obstante, no se puede hablar de las relaciones domínico-haitianas en el siglo XIX sin mencionar a la masonería ya que sobre ella descansan los pilares de nuestra historia, los cuales empezaron a derrumbarse en la época de la Restauración en 1861 cuando la Jerarquía de la Iglesia Católica predominantemente española había empezado perseguir a los masones restauradores  así como a los que profesaban la fe protestante.

El siglo XX selló definitivamente el triunfo de la Iglesia Católica de suerte que los hispanófilos encontraban en el catolicismo un elemento clave de su supuesta identidad nacional. En 1858, la Gran Logia Nacional  tuvo como representante supremo al influyente político Tomas Bobadilla y Briones, ex  diputado en Haití durante la era de Boyer, primer presidente de la Junta Gobernativa de 1844 y luego canciller del gobierno de Santana.

Ese ícono de la política insular quien fue expulsado por los liberales de su cargo logró reponer a su íntimo amigo José María Caminero, ex-senador de Haití y luego presidente de la tercera Junta Gobernativa antes de que llamara a Pedro Santana para asumir el poder definitivo como presidente constitucional.

La lucha librada en 1844 entre liberales y conservadores era basada en los aspectos ideológicos, y esos políticos, militares, comerciantes y francmasones hicieron sus aportes a la historia quisqueyana. Son muy pocos dominicanos y haitianos que están informados sobre el general Manuel Jiménez, segundo presidente dominicano quien tuvo que asilarse en Puerto Príncipe en 1848 para luego recibir de su Emperador Faustin Soulouque una pensión jugosa que le permitiera sobrevivir hasta su muerte en 1854.

Si no fuera por ese gesto noble de su Emperador y la protección que él le otorgó, sería difícil para su hijo Juan Isidro protagonizar la vida política dominicana después del ajusticiamiento del dictador Lilís en 1899 y asumir dos veces la presidencia de su país entre 1899 y 1916.

Diríamos lo mismo para el gran Maestro Tomás Bobadilla, el artífice de la independencia dominicana quien pasó sus últimos días en Puerto Príncipe bajo la protección de sus colegas de la francmasonería y ex legisladores hasta su muerte ocurrida en 1871.

Su nieto monseñor Adolfo Alejandro Nouel Bobadilla quien se crió en sus manos en la capital haitiana durante el reino del presidente Fabre Nicolas Geffrard en los años 1860 logró ser presidente de la República Dominicana en 1812.

Según Demorizi, las primeras logias llegaron a Santo Domingo en 1827. La respetable Logia de San Juan de Jerusalén reconocida bajo el nombre de la Constante Unión # 8 tuvo como representante al secretario del tribunal de comercio  José Joaquín Delmonte.

Dicha logia estuvo compuesta por Tomás Bobadilla y José Troncoso como vigilantes. Los demás miembros eran el oficial de sanidad del Hospital militar Tomás Aquino Rosó, el general de brigada y futuro presidente de Haití Jean Baptiste Riché, los coroneles Ardouin Charles Céligny y  Feliz Vásquez, el comerciante judío Lévy Fils Ainé, Pablo Poujol, Pedro de Castro y el doctor Nicolás Rodríguez.. La Logia # 9 ubicada en El Seybo se llamaba la Fidelidad de Hermanos Reunidos y tuvo como Venerable Maestro al señor Linares y José P. Gautreau como primer Vigilante y finalmente la logia # 10 ´´La Filantropía´´ de Baní tuvo como Venerable Maestro a José Caminero y Manuel Machado como primer vigilante.

Así la logia llamada Caridad #12 instalada en Baní en 1861 no fue la primera en existir como suelen afirmar algunos escritores. Hemos leído en los archivos de la Gran Logia Dominicana que el coronel haitiano Valérie Rénaud era miembro activo de la logia banileja en los años 1830. En 1835, se creó otra logia  llamada La Perfecta Unión.

En síntesis

Hermandad domínico-haitiana

La Biblioteca  de la Gran Logia Dominicana está repleta de correspondencias escritas en francés entre logias dominicanas y haitianas. Así se pueden entender los motivos por los cuales oficiales haitianos  como Maximilien Borgella disfrutaban de tanto aprecio en el seno de la sociedad dominicana en el siglo XIX.

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