Papeles del trópico
En el 2009: cultura, gestión y trascendencia

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Los aires anuncian el fin de una dinastía, no solo por vagos rumores legitimados por las mismas acciones que son vox populi, sino porque una sociedad dispuesta y espontánea, no se puede manejar con criterios de cultura que tienden a los despotismos que jamás se habían conocido en la historia cultural de la Republica Dominicana.

No se ha entendido, en favor del propio gobierno, que la actividad cultural bien gestionada sirve en principio a la propia gobernabilidad. Claro, esto depende: si el incumbente es un “monarca” nunca podría aplicar un principio trascendente, para que la acción cultural ayude a la imagen del Gobierno, al que se sirve.

Por alguna extraña noción de los usos mediáticos dominicanos, nadie se atreve a escribir sobre los balances culturales de este país en los últimos años. Desconozco la razón, pero intuyo que los falsos respetos cada vez son más amplios en esta sociedad del miedo y la genuflexión…

¿En qué proporción la gestión cultural,  ha podido ayudar al actual gobierno?

¿En qué proporción ayudó al gobierno del  ingeniero  Hipólito Mejía, la gestión cultural que le tocó asumir?…

Las dos gestiones están marcadas por los defectos que algunos señalamos de modo público, cuando a capa y espada se imponía una ley para crear la Secretaría de Cultura, cuyas raíces son de una ridiculez, que da pena y vergüenza: porque se escribió una ley de cultura como si el sistema dominicano fuera el sistema cubano, lo que no es digna de elogio, porque ha instituido el fracaso y asesinó la tradición hermosa de la Gestión Cultural Dominicana.

Si hago estas salvedades sin importar partidos o gobernantes, se debe a que busco, como Shakespeare, un páramo de mirada crítica no convencional, porque en materia de cultura, la ignorancia en la clase política es tan grande, que un senador discutía a muerte en la entrada del Palacio del Congreso, harto de fritos y carnecitas de cerdos, que  Wolfang Amadeus Mozart, era un  lanzador de béisbol importado de Austria por los Leones del Escogido, en 1956…

En otras palabras, vaciada de sus contenidos liberadores y vitales, la cultura en este país se ha convertido en un confite de estridencias y rimbombancias exquisitas, sobres gigantes de lino y perogrulladas pretenciosas, que un partido como el de la  Liberación Dominicana, a pesar de sus crisis y contradicciones internas que son y serán fuertes, debiese rescatar, al hacerlo honraría a un hombre que sí entendía la cultura como un disfrute para las trascendencia ciudadana.

 Juan Bosch pudo haber tenido todos los defectos propios del líder o caudillo carismático, pero lo vi disfrutar como enano, cuando la gente veía una película; cuando creaba conversaciones en torno a exposiciones o bien, finalmente, cuando  estimulaba la necesidad del teatro en el país…

Cuando todo esto sucedía, quien hablaba era el hombre cosmopolita, el que había visto, el que había vivido, el que no se llenó de cadillos en la Vega.

 Porque para dirigir la cultura de un país, ayudar al gobierno de turno, de paso, es importante no pretender obnubilar a los demás por caprichos o complejos, tampoco pretender que el poder manejado de modo sibilino pueda descalificar a personas que se ganaron un espacio con su persistencia bien intencionada y sus conocimientos probados en el espacio de acción ciudadana en la cultura.

Las acciones personales, descabelladas, centradas en egos; acciones negativas, hechas personalmente, pero validadas de algún modo por el Gobierno, no ayudan a la legitimidad de la cultura en una Democracia que como la nuestra, pretende que los ciudadanos asuman la cultura como un bien que les permitiría tener  mejores ilusiones del conocimiento y la trascendencia vital.

Pero aquí el análisis debe hacer un alto, justo, y preguntar con la mayor sobriedad:

¿Pretende el PLD como partido político que heredó, más que ningún otro, la tradición de los usos culturales, dejar que también esa parte de la memoria de Juan Bosch, sea olvidada con chismografías en detrimento de una visión y un valor de partido y nación ?…

El doctor José Francisco Peña Gómez solía decir a modo de broma, con su voz de barítono afinado: » Ustedes creen que yo soy tan culto como Juan Bosch»… Y luego sonreía con cariño y respeto.

Los dos principales caudillos de ambos de partidos, PRD, PLD, sabían perfectamente lo que la cultura significaba desde el punto de vista de su valor humano y sabían bien políticamente lo que ello implicaba ante la población…

Peña Gómez valoró a los intelectuales y escritores de su entorno, quienes lo apoyamos en sus aspiraciones legítimas y no nos arrepentimos de haberlo hecho,  todo lo contrario: rudo es el tiempo y el viento en la racionalidad de esta decisión, el resto: culpa del tiempo son  y no de España…

En este sentido, luego de su muerte, el PRD desconoció el valor de ese frente abrumador que como herencia de su carisma, Peña Gómez había dejado a ese partido, las cosas como son…

La clase política dominicana actual y su relación con la cultura es nula, el mejor ejemplo al respecto es el sindico Roberto Salcedo, que no ha sido capaz de instrumentar un proyecto de cultura y municipalidad, que deje satisfecho ni siquiera a los que viven en la Zona Colonial, para muestra un simple botón y ese señor aspira a ser presidente: ¿de quien, de quienes?… Más respeto a la inteligencia mínima.

Por todo lo dicho, el año 2009 debe ser la antesala para un rescate real de la Gestión Cultural Independiente.

La cultura en la República Dominicana, no puede seguir siendo un muermo, el propio Presidente de la Republica avalado con la sensibilidad que todos reconocen, sabe bien que no andamos bien y que la gestión cultural actual, crea más enemistades innecesarias que un liderazgo real para el ejercicio de una cultura  que le ayude a gobernar sin criterios de pan y circo en ámbitos feriales.

Ahora bien, si por razones tácticas se quiere seguir con lo mismo y hay personas que se atrevan a cuestionar esa sensibilidad conocida, se debe entender que la ceguera de Palacio no es igual que la de la calle.

La acción cultural en el 2009 debe tener otro sesgo, debe ser más dinámica, los intereses que en ella se envuelvan deben ser más afines  con la vocación suprema del conocimiento y la aspiración de dominicanas  y dominicanos.

Hace tiempo vaticiné que en materia de cultura íbamos hacia una década perdida, la misma se cumplen en el año 2010, sin odiseas apreciables, sin espacios que oculten la miseria de la demagogia y el escudo que da el poder para avasallar, sin razón, a personas dedicadas a la cultura, no a chismes e intrigas. (CFE).

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