La decisión adoptada este día doce por munícipes del poblado de Pedernales, una de las zonas que acusan las mayores pobrezas y amnesias censurables de todos los gobiernos, al disponer un ultimátum a los haitianos ilegales para abandonar el país, debiera servir de tarea al presidente Danilo Medina y al empresariado, para tratar de conjurar una desgracia anunciada.
La actitud de los pedernalenses se produjo luego de que nacionales haitianos indocumentados dieran muerte a machetezos al agricultor Reyes Pérez y a su esposa Neida Féliz Urbáez el 19 de febrero último, y luego de ambos crímenes, hurtaron la vivienda.
Como buen dominicano que pone candado luego de que le roben, el presidente Medina dispuso el envío de un contingente militar para contener la drástica decisión de los munícipes pedernalenses de evacuar a todo haitiano del misérrimo y abandonado poblado.
El día trece, desde Santiago de los Caballeros, el vespertino El Nacional insertaba una nota de prensa de su corresponsal Maxwell Reyes, informando de un haitiano ilegal hirió de un balazo al raso ERD Idionis Pérez Sierra, de servicio en la IV Brigada del ERD acantonada en la ciudad, despojándole de su moto.
Nueva vez, suscribo mi voz y demanda a quienes hemos exhortado por un tiempo más que prudente a los gobernantes del PLD, Leonel Fernández y el presidente Medina, a adoptar providencias eficaces con miras a deshaitianizar al país y regularizar la contratación de mano de obra indispensable, carnetizando temporalmente a los escogidos.
Es inaplazable e imprescindible que el presidente Medina se reúna con los empresarios agrarios, industria de la construcción y dueños de inmuebles, con fines de regularizar la mano de obra haitiana, exigiéndoles pagar un salario justo a los obreros dominicanos, para evitar lo que se perfila como una anunciada tragedia.