Pedro Peix en el recuerdo

Pedro Peix en el recuerdo

Pedro Fernández-Peix Pellerano era hijo del periodista Fernández Peix, fundador con Rafael Molina Morillo de la inigualable revista ¡Ahora!, uno de los hitos de la historia del periodismo y el pensamiento dominicanista. Fernández Peix fue columnista y encargado de la publicidad del semanario. Su hijo Pedro nació en 1952; su madre, de la familia Pellerano estaba también ligada a una familia fundadora del periodismo en Santo Domingo.

Pedro era un gran lector y lo era desde niño. Esto lo pude comprobar cuando leía sus columnas “Entre días”, y “Jueves de ceniza” en el Listín Diario. Me sorprendía su vasta cultura y, a veces, ni podía creer que pudiera discurrir con tanta facilidad sobre distintos temas.

En su columna, una de mis preferidas en el Listín dirigido por don Rafael Herrera, también publica poemas de corte vanguardista y de un puro prosaísmo. Su estrella subió al Parnaso con su trabajo televisivo en “Peña de tres”, junto a Andrés L. Mateo y Tony Raful. En 1981 publicó “La narrativa yugulada”, una de las más emblemáticas antologías del cuento dominicano, que llamó la atención sobre una cierta parálisis de la narrativa breve en República Dominicana. Teoría que mostraba una visión equivocada, porque en su época, el cuento dominicano lograba grandes aciertos.

Mi breve encuentro con el autor vino a mediados de los ochenta cuando aceptó viajar a Higüey, por invitación del “Círculo literario José Audilio Santana”, que yo dirigía, para presentar la novela “Entre la realidad y el sueño”, del cuentista y amigo de Peix José Rijo. Tuve el honor de presentarlos a ambos. Logré que el síndico de Higüey, Anis Cali Durán, pagara su conferencia y el hotelito donde pernoctó. Recuerdo a un Pedro Peix muy humilde, muy educado y no dejo de recordar su figura de dandi (al estilo del autor de la “Importancia de llamarse Ernesto”, Oscar Wilde), vestido de negro en la habitación tan llena de nuestras propias carencias, sin exigir nada. Nos dejó una colección de sus obras, sabedor de que no aparecían en las librerías.
Entonces pudimos leer por completo lo que había escrito, menos “El placer está en el último piso” que, tal vez por su contenido erótico, no estaba en circulación. Ya sus cuentos no nos sorprendieron, pero nos agradaron sus novelas cortas como “El brigadier” y “Los despojos del cóndor”. Otros de sus cuentos como “La loca de la plaza de los almendros”, “La noche de los buzones blancos: Los hitos” los habíamos leído en la revista ¡Ahora! en el suplemento que dirigía Enriquillo Sánchez. En 1993, radicado yo en Puerto Rico, Peix me envió un ejemplar de la “Narrativa yugulada”, el cual regalé a Nívea de Lourdes Torres que hacía entonces su tesis doctoral sobre la cuentística de José Alcántara Almánzar. Luego alcancé a ver a Pedro en dos o tres ocasiones sin hablar con él, supe de su trabajo del nihilista, lo que le costó su espacio en Listín Diario. Lamentablemente, su personalidad, más surrealista y a veces muy parecida a la de Salvador Dalí en su estilo de vida, fue muy chocante para la sociedad dominicana, donde un genio termina fácilmente su vida como un mendigo de la Calle del Conde. En Puerto Rico hemos enseñado sus cuentos y dirigí una tesis doctoral que siempre quise mostrarle. Me hubiese gustado que asistiera a la defensa, que hubiere sido un homenaje en vida. Muchas de estas buenas ideas se pierden por la falta de recursos para nuestra literatura y las políticas que funcionan en el ministerio que publicó todos los cuentos de Peix sin un estudio que lo pusiera en el digno puesto que merece en la cuentística nacional.

La grandeza de su obra está en la búsqueda constante de formas para hacer que su arte fuera admirable. Sus innovaciones lingüísticas ya están en Néstor Caro, “Un Hombre llamado Sándalo”, y en los textos de Lacay Polanco y en la continuidad de René Rodríguez Soriano. Tres aspectos ligan su cuentística al Boom latinoamericano. La ya expresada experimentación, el lenguaje neobarroco, más cercano a García Márquez, y el tratamiento del tema del poder, de la dictadura de Heureaux y la de Trujillo.

Tres cuentos puedo seleccionar de Peix, “Pormenores de una servidumbre”, “Los hitos” y “Los muchachos del Memphis”. Creo que “Pormenores de una servidumbre” es uno de los textos más extraordinarios que se haya escrito sobre el tema de los efectos del poder en los individuos. Tal vez tres cuentos podrían compararse a este con el “Hormiguitas” de Sanz Lajara, “Fantasma de ida y vuelta” y “Camino del ministerio”, de Marcio Veloz Maggiolo… Los tres presentan el poder de un generalote en la cultura dominicana, que nos recuerda a José Veras y Fello Macario, personajes de “La Mañosa” de Bosch. Sin embargo, ya existían estos referentes en “Sangre solar” de Tulio M. Cestero y en “Baní o Engracia y Antoñita” de Francisco Gregorio Billini.

La obra de Peix es única por su ritmo, por la fragmentación y su arquitectura; también por la intertextualidad y el uso de multimedios. Pedro Peix siempre buscó completar su escritura con la gráfica. La presencia de la prensa mediante el Foro público, espacio de la chismografía del régimen, muestra lo que significó ser un desafecto de la dictadura de Trujillo. El tratamiento del tema es magistral.

En “Los hitos” se plantea un tema histórico, la muerte del Presidente Ramón Cáceres, uno de los ajusticiadores de Ulises Heureaux, en Moca en 1899. La muerte igualadora le sorprende a Cáceres el 19 de noviembre de 1911 a manos del hijo del historiador Emiliano Tejera, Luis Tejera. Esto ocurre en un momento en que Estados Unidos afianza su dominio sobre el país mediante el control aduanero quitando el poder económico a las ínsulas interiores. El proyecto modernizador de Cáceres y su nuevo orden establecido por su guardia son vistos como una dictadura. Para este período es importante leer la obra de Balaguer “Los carpinteros”.

“Los muchachos del Memphis” es otra obra importante de Pedro Peix, por ser una bella crónica de la juventud y su pasión por el béisbol traído e impulsado por la modernización estadounidense en la década de 1920. El Memphis naufragó frente al Placer de los Estudios, antes de Harry Shepard Knapp pronunciar la infame proclama que echó por tierra la República restaurada, gracias a los cibaeños Ulises Espaillat, Francisco Bonó y las espadas de Luperón, Polanco, Santiago Rodríguez, y el sacrificio de Sánchez en El Cercado. Es un cuento que plantea la presencia de un discurso en que aparece la juventud capitalina, en una actividad lúdica no intervenida por la lucha política, pero con la presencia de una metáfora de la historia contemporánea.

El lugar que ocupa Pedro Peix en la literatura dominicana es controvertible y provocará muchas discusiones. Yo avanzo mi opinión de lector. Deberá verse como un cuentista. Sus novelas deben ser contextualizadas. Hay muy buenos cuentistas en la literatura dominicana. Por su dedicación y logros, me atrevo a apostar a: Juan Bosch; José Alcántara Almánzar; Virgilio Díaz Grullón, Pedro Peix y René Rodríguez Soriano. Y entre los que escribieron, al menos un libro de cuentos, José María Sanz Lajara y Marcio Veloz Maggiolo…

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