Las tres instituciones medulares tradicionales que signaron la conducta nacional confrontan la pérdida al respeto que observamos honraban nuestros antepasados y los de mi generación, para presenciar el eclipse de las tres: presidente de la República, institutos armados e Iglesia católica.
El respeto y la solemnidad que representa la figura del presidente de la República empezó a diluirse en el gobierno del presidente Hipólito Mejía, cuando inclusive los diarios comenzaron a llamar por su nombre, no por su apellido, ocurrencia que nunca observamos en los gobiernos anteriores, porque entendemos que nadie nunca osó llamar Joaquín al presidente Balaguer, y desde entonces se cualquierizó la jerarquía presidencial.
A los presidentes Leonel Fernández y Danilo Medina no se les alude por sus apellidos, sino por sus nombres, el presidente Leonel, el presidente Danilo.
La segunda institución medular es la Iglesia católica, pero desde los múltiples escándalos pedófilos, la feligresía ha reducido su militancia, y en el caso personal, declino una vida eterna, porque con una ejercida con honestidad, solidaridad y aportes a la sociedad, es suficiente.
La tercera institución medular, los institutos armados, pero la frecuencia de militares asaltados y muertos, en el primero de los casos el reciente asalto al mayor general ® FARD Juan Bautista Rojas Tabar, es altamente preocupante, revelación de que a los guardias no se les teme, como antes, mucho menos a los policías, involucrados en extorsiones a los presos exigiéndoles dinero para acomodarlos o permitirles visitas.
El país va por mal sendero, sin que se avizore variación que controle los peligrosos derroteros disolventes de los poderes nodales. No pocos evocamos la Era Balaguer. Ahí si había respeto.
Ante la deriva del país, urgimos gobernantes diferentes.