El único candidato con perspectivas a vencer en los comicios venideros la gastada y prepotente era del peledeísmo desconsiderado que ejerce un alegre e irresponsable endeudamiento, está identificado en la figura potable de Luis Abinader Corona, que postula el Partido Revolucionario Moderno.
Luis Abinader tiene consigo dos factores relevantes en su aspiración presidencial, uno que no es posible endosarle corrupción por debutar ahora en la lid política y no ha administrado bienes públicos, y otro que es imposible que pueda defraudar el proceder público de su progenitor, el educador y economista José Rafael Abinader Wassaf.
El país recuerda la gestión del doctor Abinader cuando desempeñó la cartera de Finanzas (Hacienda), en el gobierno del presidente Antonio Guzmán, logrando cobrar US$53 millones que adeudaba al Estado la multinacional Gulf & Western por concepto de impuestos impagos.
La última encuesta de Asisa, publicada el 26 de enero, endosa al presidente Danilo Medina, que irrespetando su palabra se lanza a la reelección, un 54.8%, y a Abinader un 38.6%, muchísimo si consideramos los recursos aplastantes que usa el gobernante en su propósito reeleccionista, y sin aún comenzar la campaña. Ese sondeo precisa que no obstante el puntaje alto del gobernante, un 56% aspira un cambio, que traduce hastío ciudadano del PLD y su estilo de logia para gobernar concentrado en un sanedrín caribeño llamado Comité Político.
El modelo injusto que cobija el estilo de gobernar del PLD, traduce niveles de inequidad y desigualdad conforme revela Oxfam publicado el 22 de enero, HOY, y la Escuela de Economía de la UASD vierte el análisis, 26 de enero, HOY, de que los beneficios productivos que derivan la riqueza, no se reparten con equidad, pese a un crecimiento promedio del PIB de un 5.2%.