Planes ideales fuera del contexto dominicano

Planes ideales fuera del contexto dominicano

Fabio R. Herrera-Miniño

 

El fracaso de la reconstrucción de los hospitales,   en forma de golpe súbito, ha dejado sin atención médica a millares de dominicanos. Se creía que lo concebido en un gabinete bien cómodo iba a realizarse  sin tropiezos. Las  consecuencias por los atrasos la vive la población que depende de los hospitales para buscar remedios a sus males.

Ahora mismo existe una deficiente  cobertura hospitalaria en las principales ciudades. Y la razón es que se improvisó un plan de reconstrucción de hospitales muy ambicioso y fuera de la realidad de las capacidades reales de la infraestructura humana. Se quiso hacer un alarde ante el país de demostrar eficiencia  y capacidad gerencial. Se creyó que se vivía en una sociedad socialista ultramoderna y de gente educadas  y bien entrenadas. Pero no se contaba que solo existía un personal medianamente capacitado  y ni en la cantidad para hacerle frente a reconstruir  51 hospitales en un breve plazo.

La burocracia criolla vive desfasada de la realidad dominicana con una masa de servidores públicos sin las condiciones de hacerle frente a los desafíos de una tarea constante para desarrollar y mantener el país. Es que los dirigentes viven muchas veces en una nube ideal y desenfocados de las necesidades nacionales.  Para esos dirigentes visionarios,  soñadores y prepotentes anhelan disfrutar de un país como algunos de los asiáticos de crecimiento explosivo y altamente disciplinados con gobiernos autoritarios.

La infraestructura hospitalaria siempre ha estado en crisis en el país desde la caída de la última dictadura en 1961. Es que se descuidó el mantenimiento, administración y modernización para dedicarse a destripar el erario público con actos de corrupción rampante y sin importarle la salud de los pacientes pobres. Los hospitales se han convertido en un botín político en donde los directores arman su estructura mafiosa para disponer a su antojo de medicamentos, alimentos y material gastable y muchas veces costosos.

Y los directores empujaron a los hospitales a las condiciones actuales al gobierno pretender dar un golpe contundente de casi cerrar los  51 hospitales para dislocar por completo el ya de por si sistema fallido de salud criollo. El pobre funcionamiento de los hospitales que ofrecían un servicio  mediocre y deficiente ahora ha colapsado  y recargando de mala manera a los pocos que funcionan ofreciendo un servicio de pobre calidad a una población cada vez mas numerosa.

El colapso de los servicios hospitalarios es brutal y encima de los males congénitos se agrega la sobre población enferma y preñada que llega desde Haití en la búsqueda de su salud y en especial de sus mujeres que vienen a parir en los hospitales del oriente de la isla. Entonces a la lenta reconstrucción de hospitales con recursos pocos y lentos para desembolsarse se le une a los pocos que operan medianamente una sobrecarga de pacientes y con un personal médico  trabajando a desgana pensando en la próxima  huelga por reivindicaciones salariales.

Parece ser que los estrategas peledeistas tienen urgencia en hacer cosas. Y todo lo que emprenden le quieren imprimir celeridad y de un rápido final como si tuvieran el tiempo contado, que dentro de poco se desgastaría o que la Marcha Verde los ha puesto en salmuera. Entonces con las excelentes visitas sorpresas, los diversos bonos y alimentos a los escolares en las tandas extendidas, los 700 megavatios de Punta Catalina se le une la masiva construcción de aulas con la urgencia de  eliminar en el presente año la crónica existencia de una masa de iletrados. Así mismo el acelerado programa de reconstrucción de carreteras expresa una necesidad de que la obra trascienda mas allá de la permanencia en el poder. Pero con la reconstrucción de hospitales se les peló el billete por los grandes tropiezos confrontados en especial la falta de fondos.

Y de los hospitales supuestamente  modernizados  las cosas no salieron bien en vista de los vicios de construcción y las fallas en la planificación de áreas vitales de un centro de salud y de como deben de funcionar. Y a todos esto se le une la sobrevaloración de los trabajos y equipos adquiridos que deja mucha tela por donde cortar en cuanto al drenaje del dinero.  El caso del Darío Contreras, que benefició a quienes sobrevaloraron la obra en especial políticos, supervisores y contratistas,  hay toda una cadena de tropiezos  que todavía no se le han puesto las miradas de la justicia  para aclarar los deslices cometidos y en consecuencia hacerlos pagar.

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