La pobreza bajó, pero la indigencia subió en el país entre el 2012 y 2013, según el documento “Panorama Social de América Latina 2014”, presentado ayer por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
De acuerdo con el estudio, la pobreza en el país bajó de 41.2% en el 2012, año en que llegó al poder Danilo Medina, a 40.7% en el 2013.
Mientras la indigencia creció de 20% en 2012 a 20.2% en 2013. En 2006, la pobreza era de 47.5% y la indigencia 24.6%.
Tanto la pobreza como la indigencia en el país están por encima de la tasa promedio de la región.
Indica que la tasa de pobreza de América Latina en 2013 fue de un 28.1% de la población, en tanto que la indigencia, o pobreza extrema, alcanzó el 11.7%.
Precisa que las variaciones no resultan estadísticamente significativas en cuanto a disminución de la pobreza y aumento de la indigencia en la República Dominicana.
La CEPAL señala que para 2014 no se prevé que se produzcan cambios estadísticamente significativos de los niveles de pobreza e indigencia de la región en su conjunto, debido a que el crecimiento del producto por habitante será similar o algo menor que el de 2013 y a que no cabe esperar variaciones considerables del empleo ni de la inflación en la mayoría de los países.
La extrema pobreza o indigencia, dice la investigación, aumentó de 11.3% en 2012 a 11.7% en 2013, lo que supone un incremento de tres millones hasta afectar a 69 millones de personas en la región.
Las proyecciones indican que en 2014 se habría registrado una nueva alza, hasta 12%, lo que significa que de los 167 millones de pobres en ese año, 71 millones se encontraban en condición de extrema pobreza o indigencia.
La precariedad de materiales de la vivienda, la insuficiencia de energía y la carencia de bienes duraderos contribuían más a la pobreza total en los países que presentaban los mayores niveles de pobreza.
La distribución del ingreso de los hogares dominicanos era el 3.5% en el quintil más pobre y 53% en el quintil más rico en 2008. Para el 2013, el quintil más pobre subió a 3.8% y el quintil más rico a 53.5%.
En lo que respecta a la distribución del ingreso en distintos grupos de población en la región, entre 2008 y 2013 la participación del 20% de los hogares más pobres se incrementó, pasando en promedio del 5.2% al 5.6% del total.
En contraste, durante el mismo período se observó una reducción del promedio de la participación del quintil más rico, que descendió del 48.4% en 2008 al 46.7% en 2013, dice el documento.
La diferencia entre los ingresos medios masculino y femenino en la República fue de 20 por ciento, una de las más bajas de América Latina. Solo están detrás Venezuela, Costa Rica, Nicaragua, Panamá, El Salvador y Honduras.
El aporte de las mujeres al total de ingresos laborales del hogar en el primer y el quinto quintil, alrededor de 2012, era de 23 y 29%, respectivamente.
Según la CEPAL, las diferencias entre las tasas de participación y de empleo, así como las diferencias salariales existentes entre hombres y mujeres, se combinan para configurar un escenario en que el aporte femenino a los ingresos del hogar es sensiblemente menor que el aporte masculino.
Agrega que si se consideran los ingresos laborales totales de los hogares, el aporte de las mujeres es siempre inferior a la mitad. De hecho, en ninguno de los países dicha proporción llegó al 40% en 2012.
Indica que los extremos tienen lugar en el Uruguay, donde las mujeres aportan en promedio el 39% de los ingresos laborales totales de los hogares, y la República Dominicana, donde dicha proporción es del 26%.
Plantea que a pesar de los importantes avances en términos de cobertura educativa y de la disminución de la desigualdad en este ámbito, persisten grandes brechas estructurales entre los y las jóvenes de la región en lo que se refiere a las oportunidades de formación de capacidades.
Favorece diseñar estrategias flexibles que posibiliten a todos los grupos juveniles seguir procesos de formación que no necesariamente sean lineales ni estén exclusivamente concentrados en el sistema formal.
ZOOM
Cambio
Además de analizar la pobreza por ingresos, la edición 2014 de este estudio anual de la CEPAL presenta una medición complementaria de carácter multidimensional que abarca cinco ámbitos: la vivienda, los servicios básicos, la educación, el empleo y la protección social, y el estándar de vida (referido a los ingresos monetarios y la posesión de bienes duraderos). Se considera que una persona es pobre si tiene carencias en más de una de estas dimensiones.