Poesía. DETRÁS DE ABRIL

Poesía. DETRÁS DE ABRIL

Se fue quedando atrás
la nostalgia agridulce del silencio…
cuando despertábamos sin prisas las esquinas en las calles desiertas
y tras los cristales polvosos de mi destartalado auto,
entre tarros de basura, remolino de retazos de diarios y gatos en vigilia,
espiábamos la madrugada
mientras la ciudad dormía…

Cuando mis camisas se impregnaban del olor
de tu marca de cigarrillos preferida
y te gustaba aspirar el perfume sencillo de mi pañuelo blanco…
cuando tirábamos la serpentina de la vida y el último centavo…
en amarnos hasta el cansancio
y perseguíamos las últimas estrellas…
escapando en la fugaz avenida…
silbando blandamente
los últimos temas que dormiste sobre mi hombro…
mientras recogían mesas y suspiros
los discretos mozos de la discoteca.

cuando el vaho de tu transpiración me trastornaba
y el solo recuerdo de tu nombre o el tocar tu pelo
era hacer un alto en la existencia de las cosas…
cuando la audacia de tus miradas y tus besos
hacía que los demás contuviesen el aliento
incapaces de vivir lo que vivíamos…

Ya quedaron olvidados
los versos aquellos que escribí para ti…
en la fiebre del infierno de la guerra…
cuando el tórrido verano del amor
quemaba tanto como el odio que consumió las almas…
y la ciudad entera,
cuando la vigilia detrás de la mira del fusil,
desangraba sus párpados y cubrió de moscas su mirada…
cuando más la soñábamos nuestra.

Adónde quedó entonces el semestre brutal de aquella espera…
cuando contaba las ráfagas de luna
y adivinaba el calibre de las maldiciones que quemaban la brisa
sobre los árboles chamuscados y las extrañas alambradas,
para saber los minutos que tardabas en llegar hasta mi soledad.

Cuando ponías la dulzura de tu mejor momento
en prepararme tu caldo de verduras mustias
y orabas en voz baja por mí,
mientras el cucharón de cobre agitaba carcajadas al borde de tu aliento
y las breves historias que habías inventado para mi alegría…
esperando te sonriera al momento de rozar el drama de tus labios…
Te miraba fijamente a los ojos
en un suspenso de fotografía…
para que mis sentidos pudiesen juzgar solo tus afanes…
besarte en la frente,
como era mi costumbre…
para salirme un poco de mi papel de amante…
antes que algún disparo inesperado
me hiciera volver el rostro
al abismo de aquella realidad de pesadilla…

Despedirnos sin prisas… sin palabras…
mirándonos tan solo…
para no cargarnos de presagios….

Adónde quedó tu sonrisa hermosa de muchacha alegre…
tus ojos de mirar huidizo,
queriendo esconder la angustia y el temor de la tragedia…
tus labios fríos como la llovizna de la tarde,
tus besos jóvenes, voraces como tu vientre…
como el calor de la tierra polvorienta en aquel tiempo
huracanado y ciego…

Y al final…
tus pasos otra vez …
a las calles…
perdiéndose en un ritmo cada vez más lejano…
y luego la certeza de que todo tendría que ser diferente…
el día en que no tuviera que contar los disparos para esperar por ti…
se apagaran los cirios…
y la ciudad se llenara de luces
y tus pisadas se multiplicaran por dos, por tres, o por más…

Me asomaba al balcón
para verte unos segundos más…
volver el rostro y sonreír de lejos…
ocaso sin mañanas con trágico sabor de última escena…
presagios de oquedad en el vacío del adiós… la final despedida…
levantando el brazo con el fusil en alto…
y mi esperanza…
mientras el fogonazo rojizo de los disparos,
estallando como maíz al fuego… en el confuso anochecer de aquella guerra
comenzaba a salpicar la tarde obscureciente de bastardas estrellas.