Polibio DÍaz en la bienal de venecia,
una excelente representación del arte dominicano

Polibio DÍaz en la bienal de venecia, <BR>una excelente representación del arte dominicano

POR MARIANNE DE TOLENTINO
Las circunstancias quisieron que Felix Angel, Director del Centro Cultural del BID y Presidente del Jurado de Premiación del último Concurso de Arte E. León Jimenes, y Polibio Díaz se encontrasen en Venecia, y que el conocido curador internacional pudiese mirar las fotografías del artista dominicano. Se entusiasmó por la obra que él no había tenido la oportunidad de ver cuando estuvo en Santiago.

Una amistad se trabó entre Felix Angel, Polibio Díaz e Irma Arestizabal, Secretaria Cultural del Instituto Italo Latino Americano de Roma (IILA) y curadora de la representación latinoamericana.

Cabe señalar que Irma Arestizabal se mostró inmediatamente receptiva cuando, después de que le recomendáramos a Polibio Díaz, ella pudo apreciar personalmente la fuerza y la originalidad de sus fotos. A pesar del plazo muy corto y de las exigencias económicas, la República Dominicana logró estar presente -y con alto nivel- en la Bienal de Venecia.

Es un hecho particularmente positivo, tanto más que, este bienio, las dos curadoras generales de la Bienal de Venecia, María Corral y Rosa Martínez, de nacionalidad española, que se interesan especialmente por el arte latinoamericano, prestaron gran atención a los polípticos fotográficos de Polibio Díaz.

La colectiva presentada por el IILA al fin ha adquirido prestigio y puede considerarse por lo menos a la altura de las demás exposiciones. Esa participación fue una encomiable iniciativa, permitiendo a países del continente que no tienen pabellones nacionales de exhibición en Venecia, revelar algo… de su producción artística. Ahora bien, durante muchos años, dejó mucho que desear respecto a la selección, y fue, cuando Irma Arestizabal asumió la curaduría, que adquirió un nuevo cariz, privilegiando las obras de avanzada, en vez de la pintura y la escultura tradicionales. En el 2003, de Santo Domingo, expuso Marcos Lora Read.

Una conquista determinante es el lugar de exposición. Otrora se le atribuía al IILA, un lugar marginal, fuera del circuito principal, que volvía difícil la visita, aun en la Bienal pasada. Hoy, la colectiva se despliega en un maravilloso palacio, el «Palazzo Cavalli Franchetti», situado en el Gran Canal, y que alberga el Instituto Veneciano de Ciencias, Letras y Arte. Ciertamente, la accesibilidad, aparte de la magnificencia de la mansión, constituye un notable avance.

Las Fotografías de Polibio Díaz

La muestra del IILA, se titula «La Trama e l’Ordito» (La Trama y la Urdimbre). Dice Irma Arestizábal: «Un título suficientemente abierto y estimulante, como para dejar lugar a la representación de diferentes posiciones permitiendo que el espectador dialogue con un sín número de creencias y símbolos, paisajes (cultural y urbano), temores, ansias, dramas violencias, poesía (de los objetos y ambientes cotidianos), belleza, creatividad, humor, y sobre todo el arte de tan variado continente.»

Los países participantes son Bolivia, Colombia, Chile, Costa Rica Cuba, El Salvador, Guatemala, Haití, Panamá, Paraguay, Perú y República Dominicana. La mayoría presentan a un solo artista, aunque de algunos países se ha seleccionado dos o tres representantes. La muy alta calidad se explica por el nivel de los expositores, casi todos conocidos internacionalmente como creadores contemporáneos. La fotografía ocupa un lugar preeminente.

Polibio Díaz concurre con una obra cuantiosa, suficiente para que evalúen su talento, su personalidad y sus inquietudes originales, lo que no es el caso siempre en esa clase de colectiva. Él aporta tres vastos polípticos, paneles ensamblados con el denominador común de ámbitos domésticos populares, uno de ellos había ganado merecidamente la V Bienal del Caribe. La propuesta definitoria de Irma corresponde por cierto a la obra fotográfica del artista dominicano: paisaje cultural y urbano, objetos y ambientes cotidianos, símbolos, creatividad y humor.

Creemos que es el paisaje cultural que mejor sitúa a Polibio Díaz, y también en sus mejores obras. No percibimos su trabajo como receptor y transmisor de la naturaleza y de la belleza. Sus fotografías, a la vez duras y tiernas, poseen un contenido sociológico y una fuerza testimonial. El no ofrece solamente una representación, sino, a través de la imagen, una situación individual y colectiva, una atmósfera, una identidad, que él ha escogido y sabido captar.

Polibio Díaz se niega a sublimar la realidad, la señala, multiplica las referencias. La trata con respeto y consideración – con un dejo de sonrisa y sin complacencia-. El tema perdura para la memoria, y al mismo tiempo sobrepasa los límites del documento antropológico, aunando las cualidades formales y conceptuales, culminando en una estética fascinante e insidiosa. Comprobamos, en las tres obras, lo que el propio artista había afirmado: «comunicar, de manera golpeante, la estridencia de nuestro diario vivir. Mis colores son más fauves, violentos». Polibio sabe también fijar tonalidades mediatizadas y claras -como el azul de la parte mediana de «Después de la Siesta» o el gris en la pared del ángel, pero el rojo brota espléndido, imponiendo su impacto óptico.

Ahí se conjuga la fotografía como ventana y espejo, como lectura de parte del fotógrafo y del contemplador… que descifra con pasión. Se revela la decoración típica de los barrios y un kitsch- para nosotros- que traduce la búsqueda estética de los moradores. El abigarramiento de cortinas, fotos, cromos, plásticos, chucherías, todo ese barroquismo comunica intensamente y se abre a una interpretación gustosa.

Lejos de ser una simple visión de las cosas, la (re)presentación de tantos elementos heteroclitos transmite una cultura y una condición social. En esta iconografía, los objetos son tan vitales y cargados de símbolos -así las rosas de plástico, el sol de yeso o la imagen tentadora de la rubia- como los seres humanos y protagonistas. Ahora bien, el machote, vaso en mano, sobresale, fundiendo tal vez el sueño y la realidad, en su beso embriagado. La ficción es portadora de placer! El fotógrafo aquí se apoderó de un instante único… y repetible.

No nos sorprende que la participación de Polibio Díaz en la Bienal de Venecia haya gustado particularmente y le abra nuevas puertas. Se puede afirmar que estas fotografías son cimeras en su carrera artística, aunando la madurez del oficio, las cualidades de la imagen, la gran sensibilidad personal – en el sentido particular del amor por el pueblo dominicano-. La República Dominicana ha sido muy bien representada.

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