Política hoy: ¿Búsqueda de fortuna o Ideología?

Política hoy: ¿Búsqueda de fortuna o Ideología?

Valentín Pérez

Hace varias décadas,  los partidos políticos en nuestro país, estaban claramente definidos por su ideología: unos eran conservadores, otros revolucionarios. Las banderas, sus emblemas, su himno, sus propios nombres. Sus gentes proclamaban que unos estaban a la derecha y otros a la izquierda. Pero además, esos partidos no eran aparatos asimiles y consistentes; tenían tendencias en su militancia; existía la tendencia liberal de los conservadores y la moderada entre los radicales.

 En América Latina,  los  partidos políticos se  han transformado en artilugios proselitistas de mercadeo político, donde su objetivo primario es  alcanzar el poder, repartir cargos públicos,  perpetuarse  por la eternidad y finalmente acaudalarse económicamente. Los temas doctrinales y los pensamientos ideológicos sucumbieron, quedaron arrumbados y las ideologías sociales se disolvieron en locuacidad electoralista.

Quien osa hablar hoy de escuela de formación política, es tildado de arcaico  y mucho más. La pérdida de principios básicamente socios-morales  en la lucha por el poder, ha llegado a los  lugares más recónditos de nuestra geografía nacional. En el pasado, hablar de política era sinónimo de mística, entrega y  vocación. Hoy  escuchamos hablar de transformaciones que excluye el punto más elemental: ‘’La formación  ideológica de nuestra juventud’’.

 El estilo político, que se ha instaurado en el país, está conduciendo a sus jóvenes  por un  derrotero que cada  vez más   le hace perder su identidad político-cultural.

¿Cuántos de nuestros jóvenes, conocen  el objetivo por el cual fue fundada  la organización en qué militan?

¿Quiénes mínimamente conocen los estatutos de su organización?

¿Quiénes  se atreven   a esbozar dos párrafos de su himno?

¿Cuántos  saben si quiera en qué fecha se fundó?

¿Y entonces, qué es lo  queremos transformar?

Decía el Barón de Rothschild, que cuando veas la sangre correr por las calles, es el mejor momento de comprar propiedades, lo mismo ocurre cuando la ignorancia  y el desconocimiento se apoderan de  la juventud  en  una sociedad, es el  mejor momento  para que las vulpejas  salgan a hacer fortuna. No hay  manera  de transformar una nación, si  la misma no comienza por sus recursos humanos,  a  no ser  que esa  busque  convertir sus jóvenes, en hormigas obreras y catalizadores de votos en pos de un proyecto particular.