Políticos

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Debe llamar nuestra atención que uno de los implicados en la trama para asesinar al exconvicto por narcotráfico Yubel Méndez Méndez (Oreganito) es aspirante a la alcaldía del municipio de Peralvillo, en Monte Plata, al igual que el hecho de que un aspirante a regidor por el municipio de Los Alcarrizos esté siendo señalado por la Policía Nacional como el responsable de la muerte de un agente de la institución el pasado sábado, cuando junto a un grupo de “delincuentes” intentó impedir un desalojo en el kilómetro 17 de la autopista Duarte. Y deben de llamar nuestra atención esos hechos porque nos están recordando que la política se ha convertido en el refugio ideal para toda clase de aventureros y malandrines, bien sea para cobijarse bajo su sombra protectora y así poder cometer, en total impunidad, toda clase de diabluras, o para utilizarla como medio de enriquecimiento en tiempo récord, como tantos políticos que andan por ahí muy orondos estrujándonos en la cara sus riquezas malhabidas. También ponen en evidencia, esos hechos, la necesidad urgente de que los partidos políticos creen mecanismos de control interno que les permitan depurar a sus militantes, sobre todo a los que aspiran a ser electos en cargos públicos, pues el descrédito de la política y de los políticos terminará constituyéndose –como advierten siempre que pueden nuestros politólogos, sin duda con la mente puesta en la aleccionadora experiencia venezolana– en una seria amenaza para la democracia dominicana. Nuestra clase política ha sido incapaz, sin embargo, de comprender una verdad que parece tan evidente, y lo peor del caso es que sigue comportándose como si no le importaran las consecuencias de sus inconductas ni lo que opinen o piensen los ciudadanos, probablemente porque, a pesar de sus desplantes y de nuestros desengaños, seguimos dejándonos embaucar por sus falsas promesas electorales y votando por ellos cada cuatro años. ¿De qué nos quejamos entonces?

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