Natalie Obiko Pearson y Sharang Limaye
Descalza, con apenas unos anillos de plata en los dedos de los pies, Manisha Bal Reddy camina lentamente en medio de su bandada de 4.800 pollos que cacarean en una cooperativa del sur de India para recuperar del suelo cubierto de cáscaras un frasco azul y blanco. Contiene una mezcla de tres antibióticos, incluido el último que se consigue en la actualidad para tratar las infecciones más peligrosas en el torrente sanguíneo en las personas.
Este cóctel de drogas se agrega al agua que beben las aves, según notas garabateadas en un cuaderno color rosa. Las entradas diarias dan instrucciones a Manisha y su marido, G. Bal Reddy, de utilizar cinco antibióticos a lo largo de seis semanas. Las instrucciones están escritas y firmadas por un supervisor de SR Group, la compañía de asadores de pollo que proveyó a la pareja de pollos, forraje y medicamentos, y les compró las aves cuando estaban listas para faenar.
Todos los antibióticos enumerados en el registro diario son legales para uso veterinario en India, pero dos están prohibidos o no aprobados para su utilización en aves de corral en los Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y Australia, donde las autoridades han tratado de prolongar su eficacia en las personas. A nivel mundial, los animales consumen más antibióticos que los humanos, una cantidad que los científicos estiman que aumentará 67 por ciento en el lapso de 20 años hasta 2030 en tanto India, China, Brasil y otros países en desarrollo expanden la producción de ganado para satisfacer una demanda sin precedente de proteína animal.
Si bien los antibióticos están contribuyendo a sostener la producción intensiva de alimentos, los médicos temen que su utilización descontrolada en criaderos esté transformando a los animales en depósitos de bacterias difíciles de matar susceptibles de propagarse rápidamente y a todo el mundo. G. Bal Reddy dijo que le parece estar luchando una batalla perdedora. “Tenemos que usar más medicamentos ahora”, dijo. “En los dos o tres últimos años las enfermedades se han vuelto más difíciles de vencer”.
“El mundo está al borde de perder sus curas milagrosas”, dijo la directora general de la Organización Mundial de la Salud, Margaret Chan. Cuando los antibióticos dejen de dar resultado, llevar a cabo reemplazos de cadera, los trasplantes de órganos, la quimioterapia para el cáncer y la atención de bebés prematuros serán mucho más difíciles y demasiado riesgosos inclusive.
No actuar sobre las infecciones resistentes a los medicamentos desembocará en 10 millones de muertes más al año y costará a la economía mundial US$100 billones para 2050, según el informe de febrero de 2016 sobre resistencia antimicrobiana encargado por el primer ministro del Reino Unido, David Cameron.
El economista británico, Jim O’Neill dijo que “debemos actuar ya mismo –los gobiernos, la industria y los 7.000 millones de individuos- para eliminar esto que de lo contrario será inevitable”, dijo el ex presidente de Goldman Sachs Asset Management, quien actualmente es Secretario Comercial del Tesoro.
Los gérmenes que desafían a los medicamentos, capaces de propagarse internacionalmente en viajeros infectados en cuestión de horas, amenazan con revertir un siglo de avances en salud humana y animal, y representan un riesgo para la seguridad alimentaria global, dijo la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) el 10 de febrero.
“¿Cómo podemos reducir la pobreza rural cuando los medicamentos administrados a los trabajadores rurales enfermos y sus familias ya no tienen efecto?”, dijo la subdirectora general de FAO, María Helena Semedo, a los ministros europeos de salud y agricultura en una conferencia sobre resistencia antimicrobiana en Ámsterdam. “¿Cómo podemos eliminar el hambre o mejorar la sustentabilidad si no podemos curar a animales enfermos?”
Los países ricos comenzaron a utilizar los antibióticos cuando la incidencia de las enfermedades infecciosas había disminuido a raíz de mejoras en la salud pública. En India, los antibióticos suelen utilizarse como reemplazo del saneamiento y la higiene, dijo el científico Laxminarayan, que es director del Centro de Dinámica, Economía y Política para Enfermedades. Por consiguiente, el país carga con las tasas más altas de resistencia a los antibióticos en el mundo.