“Por delante de su vocación”(el médico)

“Por delante de su vocación”(el médico)

Este fue el título de un artículo publicado el 10 de enero en el hermano periódico Listín Diario por Doña Socorro Almonte de Paniagua, una distinguida dama, de quien tengo el honor de ser médico y amigo, además de serlo también de su esposo. Ella amablemente tituló así su colaboración, para referirse a mi persona en términos elogiosos.

Me atrevo a compartir sus juicios con mis lectores en procura de dar las gracias a la gentil dama por sus reflexiones. Me motiva para este “conversatorio”, una razón: la queja cada vez más frecuente de los pacientes del accionar de algunos médicos, de que no les dedican ni tiempo ni atención, ni tienen la disposición de conversar detenidamente con el enfermo.

La cito: “En nuestros días, cada vez más frecuentemente, muchos médicos se distancian de esa percepción que inevitablemente, tienen sus pacientes. Son cada día menos destinados a resolver el mundo de las dolencias.

El paciente necesita cada vez más de un médico que lo escuche, lo instruya y se convierta en esa forma, en un soporte importante para su existencia”. Juicios válidos; no puedo defender lo que no practico; aceptamos que el acto médico no escapa al economicismo, a la oferta y demanda. Muchas veces ese galeno mal pagado, poco formado en el humanismo, en ocasiones con escasa vocación, desanimado y quizás frustrado en su ejercicio profesional, realiza entonces una práctica médica no muy adecuada en términos humanos.

Se olvida que esa persona frente a él es un ser pensante, que emocionalmente ha aceptado su condición de ser materia extinguible, preocupado, pues está padeciendo una enfermedad o una dolencia y necesita solidaridad, una sonrisa, el calor humano, y mucha comprensión.

Que se le explique con detalles su realidad, las consecuencias de sus dolencias y de las repercusiones de ésta y del tratamiento prescrito. Es parte del compromiso, del contrato no firmado entre médico y paciente.

No podemos negarnos a los avances tecnológicos, la modernidad es indiscutible, pero hasta tanto se logre hacer la computadora “sentimental”, la empatía médica seguirá siendo vital.

Al leer este párrafo, pido la venia de mis lectores, perdones por el hecho de atreverme a hablar de mí mismo, pero deben saber porqué le agradezco tanto a Doña Socorro. Ella escribió: “El doctor Silié Ruiz, quien ha sido médico, guía, hasta un amigo y sostén ante mis problemas de salud y los de mi esposo durante años, es un ser humano invaluable para estos tiempos. Es un eminente y brillante profesional, de gran trato con sus pacientes. Este trabajador incansable, optimista, a quien vemos involucrado a diario en el ámbito neurológico en nuestro país, es un verdadero caballero de la medicina, un profesional que lleva de la mano paso a paso a sus pacientes y que está disponible siempre. Él constituye un ejemplo que deben seguir muchos otros médicos…”.

Entenderán ahora porqué estoy tan agradecido de sus juicios. Me lancé hoy a este ruedo sin narcisismos ni arrogancias, mi cerebro siempre muy feliz, medita constantemente reflexiones de humildad. Se expresó, lo que yo llamo mi propio contendor interno, solo para decirle a Doña Socorro, “mil gracias”.

Con la sensata, comedida y sabia mansedumbre que dan los años, ratifico ante ustedes mis amables lectores, el compromiso contraído con esta profesión esencialmente humana.

 

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