Por el camino de la integración

Por el camino de la integración

Desde que se formalizó la fundación institucional de esquemas de integración, hace más de 50 años, es mucho lo que la región ha andado y desandado por el camino de forjar la unidad pendiente contentiva de la única posibilidad real de alcanzar un desarrollo efectivo y firme. Han abundado las esperanzas y las decepciones. La integración necesaria, aquella de la que aún nos hablan desde el eco histórico Simón Bolívar y José Martí, es la verdadera propuesta propia y autóctona de una región que ha visto, y sufrido, postergar su destino irremediable e inevitable porque siempre han habido, y todavía los hay, quienes retorciéndose en sus frustraciones trasnochadas buscan soluciones ajenas y externas – allende los mares y los océanos – y no en nuestras propias entrañas y mares, de donde verdaderamente pueden surgir respuestas y propuestas adecuadas y pertinentes, como nunca han dejado de haber sin que todos hayamos sido consecuentes con las mismas.
Como he dicho en múltiples ocasiones, la integración regional no es una acción contra nadie, es una opción ineludible, imprescindible e inevitable para que países, los nuestros, llamados ahora emergentes, puedan navegar en verdad, en este mar tan complejo y tormentoso del escenario internacional, hacia niveles consecuentes de desarrollo socio – económico. Mientras que la región ha ido reformulando la estructura y estrategia de implementación de los mecanismos integracionistas tradicionales con que cuenta – ALADI, Comunidad Andina, SICA, CARICOM, MERCOSUR, ALBA – pretendiendo hacer más énfasis en mecanismos de complementación económica, producciones conjuntas – los llamados encadenamientos productivos – fórmulas de importación conjunta para beneficiarse de las economías de escala, etc. en tanto, a la vez, se priorizan acciones de efecto social no solo de largo plazo. De ahí la búsqueda de consensos en sectores como educación, salud, cultura, entre otros aspectos, convocándose encuentros a niveles ministeriales. En las estrategias que se diseñan se colocan igualmente con relevancia las urgencias, en transporte, comunicaciones, servicios – incluyendo turismo – y mecanismos de comercio justo.
Con el surgimiento en el 2011 de la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe – CELAC – agrupando a 33 naciones independientes del Hemisferio, entre el Bravo y la Patagonia, la región se hizo de una instancia política para la concertación y adopción de posiciones conjuntas ante los grandes temas de la agenda internacional y la defensa y protección de intereses propios. Incorpórese al análisis la presencia de la Unión de Naciones Sudamericanas – UNASUR – aglutinando a 12 naciones presentes en Sudamérica. Ya desde 1975 la región se había dotado de una instancia de concertación económica y potenciación de colaboración auténticamente latinoamericana y caribeña: el Sistema Económico Latinoamericano – SELA -.

En la medida que se vaya avanzando aprovechando los ejes integradores que se han forjado en los últimos años se tendrá que ir dando un proceso de convergencia unitaria entre los múltiples mecanismos existentes. Ello es un paso imprescindible para que, ante cualquier disloque que se produzca, solo se originen consecuencias tácticas y no estratégicas que tengan un efecto desintegrador.

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