Por la plenitud constitucional

Por la plenitud constitucional

La acción anticonstitucional de 1963, de la que hoy se cumplen 53 años, tronchó a una democracia que renacía tras el ajusticiamiento de Trujillo. La sublevación derribó al gran maestro de democracia y de honestidad que fue Juan Bosch encarnando la Presidencia. Pero también arrasó con el Congreso Nacional y con las autoridades municipales. La voluntad popular expresada el año antes fue aplastada; y vino después la gloriosa reacción armada de civiles y militares íntegros que arrojó un alto saldo de víctimas trágicas al desembocarse en 1965 en una lucha nacional para reponer la Constitución y la constitucionalidad, gesta que incluyó enfrentarse a tropas extranjeras.
Apesar de la sangre derramada por valientes combatientes, y de que la revolución de abril propinó al golpismo una derrota que ha proscrito de este país los cuartelazos que antes fueron frecuentes en América Latina, el sentido de respeto absoluto a la legalidad y supremacía del orden jurídico está hoy debilitado. Diversos sectores políticos y de la vida civil reclaman un reforzamiento institucional para que en los hechos, y a plenitud, las leyes y sus mecanismos de aplicación alcancen un valor superior a la conveniencia y los intereses particulares y políticos. Que las instituciones no sean desnaturalizadas ni acomodadas a la conveniencia de los individuos, lo que significaría que la democracia resulte más aparente que real.

Una extrema porosidad

Se señalaba en un estudio digno de confianza que la inmigración ilegal de haitianos ha aumentado últimamente. Otro estudio había señalado que el “límite fronterizo”, que se presume bajo gruesa vigilancia sistematizada que ya incluiría a los funcionales y eficientes drones, no está impidiendo un voluminoso tráfico de carbón vegetal hacia el vecino país, mercadería que es fruto de la destrucción de la floresta dominicana.
Además de resultar, en términos geográficos, una usual vía para el trasiego ilegal de drogas hacia Europa y Estados Unidos, ahora el país es además destino al alcance de delincuentes de origen sudamericano. Ingresan en grupos y con extraña facilidad a cometer estafas facilitadas por tecnologías de última generación. Asaltan, se enmascaran como nativos. Vienen desde sus propias escuelas del crimen a ejercerlo aquí.

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