Primero: generando en nosotros mismos real preocupación y un deseo irresistible de vivir.
Segundo: concienciando nuestro entorno. Debemos extender y multiplicar el conocimiento de que la tensión elevada o hipertensión arterial es una realidad tangible, es real, crea cicatrices y solo depende de nosotros hacer las modificaciones para no formar parte de una estadística.
Tercero: Nadie lo hará por ti. El cambio inicia con nosotros mismos… con nuestra decisión de vivir más y mejor.
Cuarto: una evaluación completa por un colega cardiólogo(a) identificado(a) con la medicina preventiva será tu mejor aliado desde el principio hasta el final del proceso de tu transformación.
Quinto: tu transformación llevará a otros por el camino de la salud. Prepárate, documéntate, hazte disponible para ellos… serás fuente de inspiración para muchos mientras te ayudas y garantizas tu propio bienestar. Mientras planificas tu visita con tu nuevo aliado(a), existen intervenciones puntuales que puedes ir realizando hasta que concretices, junto a un especialista, tus metas.