Preguntas sin respuestas

Preguntas sin respuestas

La situación del mundo ha desdibujado mi sonrisa. Estamos destruyendo el ambiente…

Ayer
Ayer pasó el pasado lentamente
con su vacilación definitiva
sabiéndote infeliz y a la deriva
con tus dudas selladas en la frente
ayer pasó el pasado por el puente
y se llevó tu libertad cautiva
cambiando su silencio en carne viva
por tus leves alarmas de inocente
ayer pasó el pasado con su historia
y su deshilachada incertidumbre/
con su huella de espanto y de reproche
fue haciendo del dolor una costumbre
sembrando de fracasos tu memoria
y dejándote a solas con la noche.
Mario Benedetti

No sé porqué la nostalgia me envuelve en sus brazos las tardes de los domingos. Como ha ocurrido en otras oportunidades, en la tranquilidad de uno de esos días dedicados al descanso y a la familia, me dediqué, después de cumplir mis obligaciones, a ver finalizar el día, y mientras contemplaba la caída del sol, me hice muchas preguntas sobre la vida y su discurrir.
Cuando decidí escribir este Encuentro, busqué entre los escritos del gran Mario Benedetti y encontré uno que tituló “Ayer”. En este particular poema, nuestro poeta, escribe con espanto que como sociedad hemos estado sembrando fracasos, un fracaso tras otro.
Lo he planteado ya: no hablo en términos personales. Mi futuro es, definitivamente, mi presente. Ya estoy recogiendo los frutos de lo que sembré en mis 63, casi 64 años. Algunos de ellos son maravillosos, otros, no tanto, pero no me arrepiento. Ya no quiero, ni aspiro a nada. ¿Para qué? Lo único que deseo es seguir haciendo lo que amo: escribir, leer, investigar, estar metida en el ámbito educativo, disfrutar de mis amigos y sobre todo de la familia nuclear y ampliada, especialmente de mis tres nietos, el mejor regalo que he recibido.
¿Cuál debe ser el sentido de la vida? ¿Reducirnos a lo estrictamente personal, olvidando que somos seres sociales y que tenemos la gran responsabilidad de contribuir al futuro de la humanidad, al futuro de nuestros nietos? ¿Seguir con la tendencia que prevalece en nuestro occidente en el que se promueve el individualismo a toda costa, olvidándonos del otro, del prójimo?
La situación del mundo ha desdibujado mi sonrisa. Estamos destruyendo el ambiente, y los grupos de poder económico y político continúan con sus políticas depredadoras, importándoles solo la ganancia. ¡Oh Dios! ¡Oh Dios! ¡Oh Dios! Ese señor Dinero sigue destruyendo nuestras vidas. El mañana para este grupo no existe. No importa las consecuencias, no importa que los árboles no crezcan, no importa que peligre el planeta. Solo la acumulación de $$$ es lo importante. ¿Para qué tener tanto dinero?
Los fenómenos atmosféricos que nos azotan nada tiene que ver para ellos. No entienden que son señales de la Madre Tierra, del universo mismo. No comprenden que las torrenciales lluvias fuera de época, los temporales, los huracanes y ciclones no son más que llantos desconsolados. Asimismo, los terremotos constituyen los gritos de desesperados de la Pachamama.
Pachamama eres nuestra Madre,
la primera madre en este mundo
que el Todopoderoso creó.
Eres madre mujer generosa
que nos brindas todos los alimentos.
De ti nacen las vertientes de agua que forman ríos,
cuyos caudales van creciendo y
van regando las llanuras.
De ti se forman las montañas
donde el cóndor alza el vuelo.
También eres tierra firme donde nacen
árboles frondosos,
y mil riquezas guardas en tu corazón.
En las mañanas nos brindas tus sonrisas,
cuando sale el sol
te vistes de bellas flores de mil colores.
Sonríe Madre Tierra
que las aves te cantan.
Somos tus hijas,
que alimentas con tu naturaleza.
Somos mujeres como tú por eso te defendemos,
con nuestros pies firmes
para que nadie destruya tus riquezas.
Oda a la Madre Tierra, de Francisca Zhagüi Chuchuca

¿Será acaso que ya estoy vieja y no soy capaz de ver los signos de esperanzas? ¿Existen acaso signos? ¿Tiene futuro el mundo?
Nuestro país sigue pisándose la cola. La lucha por el asalto al gobierno sigue tan campante como en el siglo XIX, siglo XX y las dos décadas del siglo XXI, como si no hubiesen transcurrido cientos de años de enfrentamientos verbales y físicos. La reele cción sigue siendo el fantasma de siempre. Lo he escrito muchas, muchas, muchas, muchas, muchas veces. Las reformas constitucionales, a excepción de las de 1856, 1963, 1966, 1994 y 2010, han tenido dos motivaciones: prolongar los números de años de los mandatos presidenciales o permitir o, en su defecto, prohibir, la reelección.
Hablamos, defendemos, después negamos lo que defendíamos, y todo sigue igual. Los principios éticos y la política como una acción pura cuyo fin último es el bien común, siguen siendo quimeras, utopías, mentiras y falsedades.Ya no existen las ideas, ni los programas, ni el compromiso por el futuro. La corrupción se ha llevado todo. El asalto al poder para el enriquecimiento ilícito se ha convertido en el norte de los que llegan con subterfugios. El suicidio de Alan García es un ejemplo más que dramático.
Para proteger mi salud mental, a veces no leo noticias, ni veo los noticiarios. Me dedico a leer poesías, a escribir para mis investigaciones o mis artículos. ¡Y, oh sorpresa! Al volver a leer lo que publican los diarios, me doy cuenta que las cosas siguen igual, que los discursos no han variado, que el diálogo es una quimera más, pues solo se escuchan palabrerías entre sordos, o entre personas que no quieren escuchar a los demás. Y los llamados dirigentes de los partidos se repiten y se repiten como autistas por decisión. En algunas ocasiones, cuando los escucho, pongo la TV en mudo, y parecen marionetas. Me río de mi travesura. Cuando enciendo de nuevo el sonido, vuelvo a la realidad, entonces me vuelve la tristeza.
Y así, en medio de esas tristes y nostálgicas reflexiones, apareció la luna. Tuve que levantarme y dejar la computadora para dedicarme a mis labores hogareñas. La vida está llena de facetas. La escritura es una de ellas. Nos vemos en la próxima.

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