Premio Diario Libre Arte Contemporáneo 2017

Premio Diario Libre Arte Contemporáneo 2017

Los concursos nacionales, organizados especialmente para los artistas jóvenes, entre 18 y 35 años, justifican su razón de ser no solamente porque la generación emergente necesita apoyos concretos, sino también por la calidad de las obras participantes.

Los últimos que se celebraron contribuyen ciertamente a nuestra fe en un arte dominicano, ya presente y futuro, a descubrir por la edad de sus autores.
Un ejemplo. No cabe duda de que el Premio Diario Libre Arte Contemporáneo (edad límite: 38 años) es un ejemplo en este sentido. Su tercera edición demuestra un avance indiscutible respecto a las anteriores –ya notables por las respuestas–, alcanzando ahora un nivel cualitativo tan alto que llega a sorprender…
La presentación de las obras finalistas en la galería Arte Berri aprovecha al máximo los espacios y dispone todas las categorías sin distinción de técnica ni planteamiento conceptual.
Para quienes tienen sensibilidad y disfrutan la creación visual, no basta un solo recorrido, se vuelve a mirar prácticamente cada obra, ¡cuando no se prevé una segunda visita!
Un primer fenómeno sucede: aunque desconocemos la totalidad participante, la selección basta y convence.
¡Ojalá lleguemos a tanto equilibrio, coherencia y discernimiento en nuestras bienales! Obviamente, los jueces han hecho un excelente trabajo, y calificaríamos como excepción las obras finalistas cuestionables, una opinión necesariamente subjetiva cuando de arte se trata y hay un conjunto diversificado.
Mientras, en nombre de la libertad de expresión se pretende aceptar cualquier formato, singularidad, material, elemento, aberración aun, aquí, felizmente, comprobamos que una obra contemporánea, concebida y realizada por un talento muy joven, sabe ser a la vez fresca y madura, discreta y audaz, iconoclasta y hermosa.
Cuánto agrada el despliegue de pintura “ampliada”, la categoría mayoritaria– ¡que lo aceptemos!–, junto a dibujo –mixto también–, fotografía y gráfica (pocas). La tercera dimensión, alentando una nueva escultura, aúna buena terminación y experimento, compromiso y curiosidad.
Acerca de las obras. La Fundación Diario Libre otorga un premio y menciones –dos en 2017–. Ello no restringe la cantidad de participantes.
Otra motivación se pluraliza: es un concurso estricto, serio y abierto; los jóvenes se sienten confiados, respaldados y “escuchados” cuando tienen algo de decir visualmente; finalmente la continuación del certamen está asegurada.
También anhela contribuir a que galerías, coleccionistas e interesados por el arte nuevo hagan sus apuestas, promocionando y adquiriendo a los creadores jóvenes.
Dahianna Blanco –Premio– triunfa con su díptico tridimensional, “¿Adónde vamos?”.
Se trata de una pieza tan austera como impecable,: cemento, partes metálicas recuperadas y encastradas… luego una planta, clave del mensaje y de la obra, brota inconteniblemente. Esta delicada fragilidad verde, que va creciendo, apuesta a la supervivencia de la naturaleza en un entorno industrial, muerto y mortífero.
Un joven espectador notaba así –y la observación nos gustó– que, a pesar de todo, en este mundo hostil y estéril, subsiste la esperanza. Metáfora y alegoría se leen en una original síntesis escultórica, hecha por una artista que, además, en lo teórico, tiene criterios.
Manuel Contreras –mención, ¡(casi) susceptible de un premio ex-aequo!– es un artista joven ya reconocido, que acaba de presentar una exposición individual en Casa Reales y se destaca en varias categorías –pintura, dibujo, escultura–. Siendo su fuerte la abstracción, él ha sorprendido con su mosaico de nueve tazas en cerámica, “Anatomía de un café muerto”.
La calidad de ejecución, el neo-pop, la geometría sensible se alían con humor y enigma.
Una segunda mención ha sido atribuida a Anabelle Luca y su hábil técnica mixta, “En la piel que habito”. Varias pieles-papeles se desgarran y se superponen, sugiriendo una especie de mapa… La lectura es abierta, y el humor nuevamente aflora aquí, desde una aproximación a la “badpainting” y el dibujo infantil, interviniendo también la palabra.
Varias obras más tendrá la mención de la crítica… De Jensy Ferreras, el impactante “Aparato medidor de angustias” combina la colocación de un verdadero contador, implicando la perturbación del usuario agredido, ¡con un marco interior surcado de grafitis en miniatura y de imprecaciones!
Muy cuidadosa con la estética y belleza, Elsa Cáceres propone una ventana con elementos “ready-made” de estilo republicano, abierta sobre riadas de sillitas. ¡Un trabajo sobresaliente!
El paisaje sigue siendo un género adoptado por los jóvenes, pero las visiones son distintas. Nos sobrecogen la magnífica marina de Roberta Seravalle con sus olas nocturnas y luminosidad sigilosa, el dramático Valle Nuevo de Mario Fondeur, sus planos sucesivos, su aprovechamiento eficiente e inteligente de los papeles de periódico y manila, también un enfoque orgánico de Frank Lara –ganador en 2016–, interviniendo el acrílico con collage y hojas naturales.
No falta la interpretación crítica, así “Visitando el barrio”, de Marelis Collado, con su humor negro, siendo los perros expresión máxima de la desigualdad.
Más obras ciertamente merecerían comentarios. Lo que aconsejamos es visitar esta exposición de finalistas, abierta hasta agosto: estamos seguros que esta visita les infundirá optimismo por el arte dominicano del porvenir.

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