Privilegios irritantes

Privilegios irritantes

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
El tema que teníamos en mente desarrollar esta semana era el impacto del Tratado DR-CAFTA después de las declaraciones del señor Embajador de los Estados Unidos de América, su excelencia Paul Robert Fannin, pero un hecho que nos aconteció en el ocaso de la tarde del miércoles, nos impulsó a dejar el mismo para la próxima semana.

Mientras realizábamos labores de limpieza en nuestra vivienda ubicada en la calle Carmen Mendoza de Cornielle, fuimos avisados por nuestro hijo menor que un camión que suministra mezcla de cemento por medio de una grúa telescópica a edificios de cierta altura, estaba vaciando y lavando el desperdicio en el frente de nuestra casa. Amablemente le solicitamos al conductor del camión que detuviese el vaciado y recogiera el cemento vertido, ya que si se endurecía iba a dejar un promontorio que podía causar accidentes, tanto para peatones como para vehículos que en gran cantidad utilizan esa vía. Para nuestra sorpresa, el conductor emprendió la fuga en el gigantesco vehículo y ante esta sorpresiva actitud, tomamos el nuestro y en la intersección de esta calle con la avenida 27 de Febrero, le relatamos a un agente de la AMET lo sucedido y éste nos acompañó y detuvo el camión en las proximidades de la avenida Núñez de Cáceres.

Lo que sucedió a continuación es el porqué a países como el nuestro se les endilga el mote de “Banana Republic”. El conductor del camión se negó a entregar sus documentos alegando, primero, que el camión era propiedad del coronel Polanco y que hasta que no conversara con él, la autoridad no podía someterlo porque él no había violado la luz roja,  al parecer  única razón por la cual creía que debía mostrar sus documentos. El camión no sólo no tenía sus documentos, sino que carecía de placa; el conductor no tenía licencia y lo único que entregó, después de muchos alegatos fue su cédula. Además, a los operarios, todos de nacionalidad haitiana (cinco en total), no le fueron requeridos ni sus documentos, ni menos el permiso laboral. El agente de la AMET llamó un carro patrulla de la Policía Nacional, cuyos integrantes se limitaron a esperar que el coronel o su representante se hiciera presente en el lugar. ¡Cuánta falta de autoridad!

Una gran “jeepeta” conducida por un individuo vestido de civil, el cual al desmontarse lucía una pistola de gran calibre en su correa (otra violación de la ley) se apersonó al lugar y luego de conversar con los agentes del orden público convino como una “gran concesión” llamar otro camión de menor tamaño, para recoger el vertido de cemento. Por supuesto, el camioncito que llegó tampoco tenía placa.

El asunto de la placa es grave. En todo el país circulan vehículos sin placas o no expuestas en el lugar destinado para ello. Cuando a los conductores se les detiene por este hecho, los alegatos “muy convincentes” se pueden sintetizar así: Este vehículo es de un alto jefe militar; mi papá es un importante funcionario; o sino pertenece a un elevado miembro del partido político en el poder. Aquí volvemos a repetir; ¿Qué falta hace aquella policía que vestida de blanco creó el general Neit Nivar Seijas?

¿Hasta cuándo reinará este desorden institucional? ¡Quién le pondrá el cascabel al gato!

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