Problemas de Alibaba con falsificaciones no parecen acabar

Problemas de Alibaba con falsificaciones no parecen acabar

Adam Minter

Este no es precisamente un feliz año nuevo para Alibaba Group Holding Ltd. Justo antes de Navidad, el representante de Comercio estadounidense agregó a Taobao, el sitio de comercio electrónico de Alibaba, a una lista de “mercados notorios” que comercian falsificaciones.
Es un lugar indecoroso para una compañía cotizada en bolsa: otros miembros son un centro de compras chino que se especializa en artículos de cuero falsificados y un mercado fronterizo paraguayo donde abunda el crimen organizado que vende de todo, desde falsos Ray-Ban hasta DVD de imitación.
A Alibabano le gusta que lo asocien a este grupo variopinto. Pero al igual que a Amazon.com Inc., EBay Inc. y otros mercados online que dependen de los fabricantes chinos, le ha costado mantener su integridad ante el embate de las imitaciones. Sin medidas enérgicas y agresivas del gobierno de China, estos mercados no tienen muchas posibilidades de hacer frente a las falsificaciones.

En muchos aspectos, la falsificación es uno de los principales sectores industriales de China. Un estudio realizado por la Cámara de Comercio estadounidense demostró que aporta anualmente unos US$396.000 millones, lo que representa alrededor de 12 por ciento del total de exportaciones de China y 1,5 por ciento de su producto interno bruto. El año pasado, cuando una provincia china decidió tomar medidas severas, cerró 417 “locales de fabricación y ventas” con existencias por valor de más de US$200 millones.

Esta empresa delictiva en gran escala tiene orígenes sorprendentemente serios. El auge global de la subcontratación que se inició en la década de 1980 trajo a China fábricas, conocimiento y experiencia extranjeros. Los trabajadores de estas fábricas eran excelentes fabricando iPhones y otros artículos de consumo, pero también aprendieron rápidamente a imitarlos. En la actualidad, no es raro que un nuevo producto enfrente la competencia de una imitación en China a los pocos días de su lanzamiento –o, en el caso del iPhone 6s, días antes-. En algunos casos, como ocurrió con la locura del aeropatín, las imitaciones proliferan tan rápido que los dueños de la patente y la marca originales fueron olvidados y las preferencias se volcaron a las versiones genéricas “made in China”.

Esta economía paralela no es un secreto. El año pasado, el cofundador de Alibaba, Jack Ma, dijo con franqueza a un grupo de comerciantes minoristas que los falsificadores utilizan exactamente las mismas fábricas y materias primas que los fabricantes legítimos. Los gobiernos locales tienden a mirar hacia otro lado… o a hacer algo peor. Un cable diplomático de 2009 publicado por WikiLeaks informaba que la recesión económica de China en ese momento estaba debilitando los esfuerzos destinados a imponer protecciones a la propiedad intelectual. En un párrafo, contaba que la iniciativa de Apple Inc. destinada a cerrar una línea de falsificación de MacBook había sido rechazada porque hubiese puesto en peligro “100 empleos locales”.

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