Muchas grandes empresas en nuestro país vienen enfrentando en los últimos tiempos situaciones inusuales que están afectando la buena imagen que durante décadas habían venido disfrutando, por su trayectoria y el excelente manejo de su perfil ante la sociedad.
La apertura del mercado dominicano a toda suerte de empresas y negocios transportados en el vagón de la globalizacion de las economías del mundo, ha cambiado drásticamente el ejercicio de la comercialización de los productos y los bienes puestos a la consideración del consumidor.
Sin lugar a dudas, estamos ante una nueva realidad nunca antes vivida por las grandes corporaciones, cuyas marcas han sido líderes tradicionales e indiscutidos en la preferencia de su clientela y de la legión de compradores de sus productos y sus marcas. Esta nueva realidad ha dado lugar a la creación de situaciones que ponen en peligro el buen nombre de las empresas, por los efectos dañinos de la campaña negativa y la mala publicidad desarrollada en perjuicio de su imagen frente al conglomerado social.
De ese modo, se plantea la necesidad de una reingeniería en el manejo de la puesta en escena de los argumentos positivos que adornan a la empresa perjudicada, mediante el uso adecuado del concepto que los anglosajones denominan «damage control» que tiene como fundamento la transparencia total, buscando despejar cualquier duda que haya generado en el consciente del publico la idea de un encubrimiento.
El tema se enmarca en el contexto de la existencia de un organismo como pro-consumidor auspiciador de un estudio cuyos resultados han puesto en tela de juicio, no solamente la imagen y el manejo de determinadas empresas en mercados y sectores específicos de comercialización, sino afectando sensiblemente el tesoro tan bien cultivado de los niveles de aceptación conque tradicionalmente han contado.