El procurador general Francisco Domínguez Brito reiteró ayer su apoyo incondicional al presidente del Poder Judicial, Mariano Germán, en la ardua tarea que tiene de hacer realidad el fortalecimiento del sistema de justicia de la Republica Dominicana.

Dijo que tanto para el Ministerio Público como para el Poder Judicial, la impunidad en materia de corrupción y el ineficiente régimen de consecuencias son sus grandes desafíos, y superar esos males, su gran compromiso.

Refirió que al finalizar el 2015 en la justicia se vieron situaciones críticas, así como también “un compromiso real, genuino, palpable” de parte del presidente de la SCJ y del Consejo del Poder Judicial, Mariano Germán, “de impartir justicia, una justicia apegada en su totalidad a la justeza”, que es lo mismo que decir, apegada a la ley y a la Constitución.

En un discurso que pronunció en el Altar de la Patria en ocasión del Día del Poder Judicial, el procurador dijo que de él y el de Germán “depende que hagamos valer el imperio de la ley; que se garantice un verdadero estado de derecho”, como se los exige el rol que asumieron con sus funciones, y es lo que espera toda la sociedad.

“La justicia en nuestras manos no fallecerá, por el contrario; ha llegado el momento de una verdadera transformación en todo el sistema y nosotros nos comprometemos una vez más a trillar ese camino junto al honorable presidente de la SCJ, a quien le ha tocado y le tocará la ardua tarea de fomentar y hacer realidad ese proceso de cambio que apenas se ha iniciado, pero que no podrá detenerse”, puntualizó diciendo el procurador.

La celebración. Incluyó también una misa de acción de gracias que ofició el sacerdote Geraldo Ramírez Paniagua, quien exhortó a los miembros del Poder Judicial a cumplir con su responsabilidad, apegados a las leyes y a la ética.
Dijo que en el ejercicio de sus funciones lo primero que deben hacer es cumplir las leyes, y luego hacer que los demás las cumplan también.

Un incidente. En medio de la misa en la iglesia Nuestra Señora de la Paz, irrumpió un hombre que se identificó como Félix Morillo, vociferando “en este país hay una injusticia grande, la gente se está muriendo de hambre”.

El supuesto dirigente de un movimiento cristiano fue sacado inmediato por un miembro de la seguridad militar, a quien conminaba para que le pusiera las esposas y lo llevara a La Victoria, donde dijo, “ahí es que yo soy grande”.