La demanda de productos agropecuarios ha ido aumentado vertiginosamente en nuestro país, y seguirá creciendo por múltiples factores, entre los que hay que contar el crecimiento demográfico y la constante inmigración de extranjeros, en particular de haitianos. El crecimiento del turismo es otro factor de presión sobre la demanda de alimentos del campo. Basta tomar en cuenta que el sector turístico prevé que cerrará el 2014 con compras de productos agropecuarios por 20,000 millones de pesos, que se aspira que ingresen al país diez millones de turistas hasta 2016, y que las inversiones en nuevos hoteles continúan en auge. Y no podemos pasar por alto que nuestras exportaciones son cada vez más cuantiosas y diversas, con tendencia en persistente alza.

Mientras esto ocurre con la demanda, la producción se enfrenta a retos diversos, el principal de los cuales es que no hay manera de aumentar las áreas de siembra en la proporción que exige la demanda. Frente a esto, necesitamos incrementar la productividad mediante la actualización de las técnicas de cultivo, apelando a los invernaderos, mejorando los sistemas de riego y aprovechamiento máximo de las aguas y haciéndole frente con efectividad a las plagas de los cultivos y los factores adversos del calentamiento global. Producir suficientes alimentos para una demanda en crecimiento es un desafío permanente que tenemos.

EXPANSIÓN INMANEJABLE

En el Gran Santo Domingo la calidad de la vida desmejora al mismo ritmo que se expande esta jurisdicción, que ronda los tres millones de habitantes y sigue creciendo. Cada vez es más difícil potabilizar y servir agua en volúmenes suficientes, lo que compromete negativamente la pureza. La disposición de los desperdicios es cada vez menos eficaz, y los montones de basura son parte de la visual. A todo esto se suma el hecho de que todo ha crecido desordenadamente, sin planificación urbanística y con pobre supervisión de la calidad de las infraestructuras.

El Gran Santo Domingo se está haciendo inmanejable porque su expansión horizontal caótica incrementa los costos de cada servicio. Bajo esas condiciones, la calidad de la vida de los ciudadanos se degrada constantemente. Los planificadores tienen que estudiar el problema y diseñar las soluciones pertinentes.