Las denuncias de que a los productores de leche del país los sometieron a una reducción del precio por el alimento que venden a procesadores que ahora les compran menor cantidad; y el hecho de que el mercado sea invadido por cien mil quintales de ajo importado, expresan tiempos difíciles para la agropecuaria. Dura ausencia de respaldo oficial. Por un lado está la insolentemente destructiva permisividad que llena los canales de mercadeo e industriales de materia prima láctea a granel de procedencia extranjera que de paso llega a lo riesgoso para la salud al ser vendida al público en un menudeo sin higiene ni garantías de calidad. Algunos polvos parecen leche y no lo son a puridad, una comercialización que debe estar sujeta permanentemente a certificación pública.

No ha habido autoridad efectiva que defienda al consumidor y al ganadero de estas prácticas lesivas. Tampoco se pone oído a denuncias contra el ingreso excesivo desde el exterior de leguminosas y bulbos en competencia desleal al productor criollo, siendo obligación de las autoridades amparar a quienes hacen posible la actividad económica en el campo fajándose de sol a sol. Las visitas sorpresa son resonadas como modelo exitoso. Y justo sería que después de estas acciones micro se cumplan regulaciones macro sobre el mercado para evitar perjuicios a los productores, incluyendo a los que regulan y selectivamente son visitados por el Poder.

A las madres en su gran día 

El domingo luminoso de mayo que la tradición dominicana dedica a las madres ha llegado. Una fecha llena de sentido y propósito de reconocer a la fuente mayor de la procreación, centro en el hogar y la familia. La naturaleza y la sociedad decidieron que así sea. Loor pues a esa parte de la colectividad nacional que más contribuye -y es imprescindible- para que exista la otra parte: la de los hombres.
Además de expresarle amor y gratitud, la madre necesita comprensión y respaldo de políticas sociales . No perder de vista que su integración a la vida productiva ha sido extraordinaria en estos años, jugando su papel en los medios de producción y en la casa al mismo tiempo, a veces como soltera. Sus derechos a una vida de dignidad y realizaciones; de paz y satisfacciones, merecen exaltación y mayor vigencia.